miércoles, 12 de diciembre de 2018

No es obligatorio querer (me)



"Obviamente eso que posteas no es cierto, estás inventando o exagerando"
"¿No crees que presumes mucho?"
"Nadie se atrevería a hacer eso, estás mintiendo"
"No entiendo como fue que decidiste dejar tu carrera por tus ideas raras, eso no te va a dar éxito"
"Quieres hacerte famosa o llamar la atención"
"Te quieres hacer la muy rebelde, pero eres igual a todos los demás"
"Te crees una bruja, pero no es así"
"Pues si realmente trabajas con energía no debería haberte pasado tal cosa"
"Seguramente estás frustrada y por eso escribes lo que escribes"
"Está mal lo que estás poniendo, mi opinión, y la verdad es que..."
"Lo que deberías hacer es..."
"Te haces la muy espiritual pero eres muy (irónica, grosera, burlona, mala vibra, chismosa...)"
"Yo no necesito estar posteando tanto, porque yo si disfruto mi vida"

Son algunos de los comentarios que me he tenido que soplar, y no necesariamente desde el surgimiento de las redes sociales, desde antes ya la gente, tal vez en menor escala, opinaba y proyectaba cosas en mi. A todos nos ha pasado. 

Llevo mucho tiempo queriendo escribir sobre este tema, la verdad es que por todos lados se lee y ve sobre el tema. Hoy particularmente me topé con muchos artículos, frases o videos que de alguna forma u otra tocan el tema. 

Mucha gente dice: no hagas caso, no necesitas la aprobación de nadie, pero la verdad es que en el fondo, todos socialmente buscamos algo: conectar, destacar, compartir... y si es algo aceptado que mejor. Sin embargo, si eso no sucede tampoco es que cambien las cosas. La mayoría de la gente que destaca es porque avanza sin estar revisando los comentarios u opiniones de los demás. 

Hace tiempo esperando pasar al doctor escuché a dos chavitas platicando sobre una tercera que estaba muy agobiada porque tal persona la había dejado de seguir y ya no le daba likes a sus publicaciones, pero podía ver como interactuaba y comentaba en los posts de otros. Realmente estaba muy agobiada, supuse que debe sentirse como cuando en la escuela, tu "bolita" te dejaba de hablar, o tu mejor amiga dejaba de sentarse contigo en el recreo y eso si que se siente de la fregada. Me quedé pensando cuánta gente habrá dejado de "seguirme" o interactuar con mis posts porque han interpretado cosas de mi que tienen que ver más con ellos que conmigo. 

Debo confesar que hace tiempo me esforzaba por que todos me quisieran, me aceptaran, parte de mi desea todavía en ese mundo de ilusión ser como esa moneda de oro que todos quieren tener cerca, pero este año me ha dado una importante lección: No es obligatorio querer. Inculso a la familia. Todos vibramos y estamos en diferentes frecuencias, todos somos energías diferentes viviendo y dando resultados diferentes, ¿por qué habríamos de sentirnos obligados a querer a alguien? Sobre todo si esa persona representa cosas de mi que no me gustan, o tiene algo que yo quisiera, o habla demasiado, o no piensa como yo.

Hace tiempo una gran amiga me contó que una persona con quien hace años interactué (más de 10 tal vez) seguía esparciendo, quejándose y contando que yo la odio por cosas que me hizo. Me dio mucha risa, vamos por ahí asumiendo emociones de los demás y hacemos historias en nuestra cabeza y nos esforzamos por lograr que así sea, generamos una necesidad enferma de manifestarlo. Si ella supiera que no pinta en mis días, y que ni siquiera tengo interés en "odiar" a nadie seguramente se llevaría una amarga decepción. 

¿Qué nos lleva a hacer eso? No tengo la menor idea, ni un estudio, ni algo concreto, solo mi experiencia y lo que he observado: estamos distraídos. Estamos distraídos volteando a ver qué dice, qué hace, qué genera, qué postea, qué logra, qué compra, qué opina esa gente que nos incomoda para poder alimentar esa cosa pegajosa que crece adentro y que es tóxica, que nos engancha y eso genera que no volteemos a ver lo importante, lo relevante y donde SI tenemos ingerencia: nuestra vida. Así de fácil. 

La gente se va intoxicando lento al hacerlo. Intoxican su ambiente, su casa, su familia, sus redes sociales, es esa gente que juzga y señala sin tener realmente idea de lo que sucede. Me pasó hace poco, postee una situación que ocurrió con mi hijo, me gusta compartir esas cosas, me encanta escribir. Y alguien a quien realmente conocí muy poco y que tenía en FB por cordialidad empezó a escribirme toda una teoría de por qué mi hijo es así, de las repercusiones que tengo en él y después una serie de consejos para criar a mi hijo. ¿Lo sorprendente? Esa persona no ha tenido una plática en persona conmigo de más de 30 minutos, no me conoce, no conoce a mi hijo y tampoco tiene hijos; pero sintió la necesidad de guiarme. No respondí, simplemente ignoré el mensaje, para comenzar una cadena de tolerancia, hay que empezar tolerando al intolerante como dice un video que vi hoy. 

Supongo que es algo muy profundo inherente al ser humano, el hecho de estar juzgando, opinando, aconsejando desde lo que uno piensa que es lo correcto. El problema de esto es que nuestra opinión está basada en muchas cosas: nuestra perspectiva, punto de vista, nuestro entorno, nuestras creencias, nuestros juicios, los juicios que nos han heredado, nuestras experiencias y una larga lista de etcéteras y por lo tanto, nunca será una verdad  para nadie más que para nosotros, y esto se agrava cuando nos escondemos atrás del teléfono o de una computadora. El daño es profundo cuando actuamos y hablamos desde la separación, desde la idea de que el de enfrente está mal porque se ve, elige, piensa o actúa diferente a mi. 

Por eso es tan impactante la realidad actual, porque nos unimos en células y estamos "contra" lo diferente. He visto verdaderas crucifixiones en redes sociales, atacar y humillar lo que no es correcto para mi. He visto mamás atacándose hasta lo más profundo por defender la idea o manera en la que educan a su familia, o cómo llevan su vida o sus matrimonios, o por lo que dan de comer a sus hijos. Veganos vs Carnívoros, Homosexuales vs Heterosexuales, Hombres vs Mujeres, "Chairos" vs "Derechairos", Ateos vs Cristianos... y así la lista es eterna. 

Es un trabajo difícil eso de no engancharse, yo me confieso culpable de haber caído en eso varias veces, y es un enojo tan real y un deseo de acabar con esa persona que ni siquiera conozco. Pero he aprendido algo en el camino: nadie es como yo, nadie ha vivido lo que yo, nadie ha pasado por lo que yo he pasado, nadie piensa como yo y por eso nadie puede entender realmente por qué y para qué hago las cosas, y es por eso que nadie tiene la obligación de quererme. 

Eso me ha liberado muchísimo. Porque de igual manera, me exime también de la obligación de querer a otros, de estar de acuerdo con ellos, de quererlos cerca o de opinar como ellos; pero sobre todo me dio perspectiva, porque si bien no comulgo con muchas opiniones, o hay gente que me cae mal simplemente por existir, puedo respetar y entender que todos hablamos desde lo que somos y entonces lo que tu percibes de mi tiene que ver contigo, y no conmigo y un gran demonio rojo con dientes afilados que surgía cada vez que me sentía hecha a un lado o criticada y peleaba a muerte para "demostrar" que estaban equivocados y explicar mis intenciones se ha convertido en un mero observador, menos rojo y menos enfurecido. 

No tienes que explicarte, no tienes que justificarte, no estás obligado a aceptar o querer a nadie; y mientras más te metes eso en la cabeza, te vuelves más tolerante y te relajas, y puedes coexistir con otros seres sin la imperiosa necesidad de controlarlos e imponerles tus ideas, y entonces comienzas a actuar con respeto y sabes retirarte si es necesario, sin incendiar el lugar. Y cada pasito que das hacia allá te acerca un poquito más a un nivel de evolución que el mundo tanto necesita hoy. 

Así que querido lector que llegaste hasta acá, recuerda: no es obligatorio quererme, pero a ti si quiérete y mucho. 


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