miércoles, 29 de octubre de 2014

Contigo.


Ayer no fue un buen día. El cambio de horario desconfiguró a Leo, llevaba 2 días despertando 5 am listo para jugar (con las respectivas tomas de la madrugada), entre el desvelo y el cansancio, pensé que podría dormir unas siestas mientras el lo hacía, sin embargo, "algo" pasó y Leo estuvo llorando todo el día. No hay nada más agotador que un bebé gritando, porque no solamente hay que consolarlo, si no intentar descifrar qué es lo que le pasa. Son de esas veces en las que te pones a llorar con el bebé. Cuando por fin logré dormirlo, comenzaron a taladrar la pared del vecino, así que comenzamos de nuevo. De repente, llegó mi esposo. 

Hay algo que tiene él que es como magia. Tomó a Leo en sus brazos y me dio un beso, de inmediato, el ambiente de la casa cambió por completo. Leo se quedó dormido en menos de 5 minutos y yo me tiré en un sillón a llorar. (De chiquita me operaron los lagrimales porque estaban cerrados y se les pasó la mano).

Y entonces recordé todos los momentos de los que me ha rescatado. Estábamos recién casados, cuando tuve una crisis existencial. Empecé a explorar diferentes opciones para encontrar mi camino. Fuí a terapias, sesiones de meditación, limpias, cursos, clases, fines de semana de búsqueda, check ups, consultas con todo tipo de doctores; y en cada paso, el estuvo ahí. Me abrazaba y me decía: todo está bien, tu estás bien y esto es normal. Yo sabía que no estaba bien, pero escucharlo tan seguro me daba ánimo para seguir.

Hubo un tiempo en que los Domingos lloraba como niña chiquita (lagrimales, recuerden) porque no quería ir a trabajar al día siguiente, pues ya no era feliz. Y el se sentaba a mi lado con una caja de kleenex y un postre listo para escucharme. Al terminar, me decía: si no eres feliz, renuncia. Haz lo que te haga feliz, tu mereces ser feliz.

Cuando fuimos a una boda y solo llevaba un vestido que hacía años no usaba y no me subía el cierre, y terminé acostada en la cama furiosa, se sentó a mi lado y me dijo: oye, yo te voy a ayudar, es la tela... tu estás igual de flaquita que siempre. (Para los curiosos el cierre subió, sufrió toda la fiesta, pero subió).

Siempre está ahí para cuando hago comentarios sin filtro y me meto en problemas, me salva, siempre me salva.

Cuando me embaracé me cuidó como nunca, diciéndome lo bonita que me veía (aunque yo en el espejo veía una boya), me acompañó a cada cita con el doctor y a cada clase, me dió masaje en la espalda y en los pies, aguantó mis ataques de furia y mi cansancio, respetó mi parto dándome la mano y diciéndome lo fuerte y valiente que era. 

A la fecha cuando llega a la casa, y me encuentra en pants, despeinada y cargando a Leo que llora, me da un beso y me dice: "te ves preciosa! (aunque yo soy la versión maternizada de gollum), ve a descansar un rato".

El otro día, en un café de amigas, alguien dijo: "tu relación es la más aburrida que conozco, ¿nunca pelean o qué?" y me quedé pensando, en realidad si peleamos, discutimos y nos caemos mal a veces, pero hay algo más... hay días que creo que tanta búsqueda y cambio de ideas, crecimiento espiritual y aprendizaje ha tenido tan buenos resultados porque cuento con una persona a mi lado que admiro y me admira, que ve en mí algo más profundo que una mujer loca con tendencias de rebeldía y ganas de pelear. El cree en mi. Y no solo eso, también lo dice. 

He aprendido que el amor no es flores, chocolates, cenas, viajes, grandes regalos... eso lo puedes vivir y tener sin que haya amor de por medio. El amor es días en pijama, pláticas eternas sobre los sueños y cómo cambiar el mundo, planes a futuro, porras instantáneas cuando se trata de iniciar algo, ataques de cosquillas, complicidad, burlas y mensajes graciosos, pláticas sin sentido en las madrugadas, besos, desayunos en la cama, masajes en la espalda, ver películas que no te gustan y la mayoría solo estimulan los lagrimales extra activos de tu pareja, subirte a los juegos mecánicos teniendo fobia a las alturas, cantos de bebés, arrullos a media noche... y así es como los regalos superficiales se quedan chiquitos. Y me convenzo de que todos merecemos un amor así.

Estamos a unos días de cumplir 4 años de casados, apenas puedo creer lo rápido que se ha ido el tiempo y todo lo que hemos vivido. Posiblemente nuestra relación sea aburrida, y eso es lo que la hace tan auténtica, tan disfrutable.

Mentiría si dijera que mi vida sin tí no tiene sentido, o que sin tí no podría hacer cualquier cosa, porque la verdad es que seguramente lo podría hacer; pero agradezco que estás aquí, que nos cuidas, que le pones magia a cada momento. No se como va a terminar esta historia, pero hay algo que es seguro, hoy elijo recorrer y compartir este camino contigo.