domingo, 29 de mayo de 2016

Cuando el Feminismo deja de serlo y nos da en la madre.

Antes de comenzar, quiero aclarar que mi perspectiva se basa únicamente en mi experiencia, que es un punto de vista igual de válido que cualquier otro y que de ninguna manera creo que sea la verdad absoluta o tenga razón; es mero producto de mi cerebro que cuando se le mete una idea empieza a redactar y dictarme palabra por palabra, normalmente en altas horas de la noche, y si no lo saco del sistema, puedo pasar dos o tres días sin lograr dormir.

De acuerdo al Diccionario de la  Real Academia Española:
Del fr. féminisme, y este del lat. femĭna 'mujer' e -isme '-ismo'.
1. m. Ideología que defiende que las mujeres deben tener los mismos derechos que los hombres.

Últimamente (quien tenga hijos, sobrinos, hermanos, alumnitos y siga páginas de bebés, educación, crianza, etc… me entenderá), hay un movimiento extraño “feminista” donde se está luchando contra los estereotipos que ha generado la sociedad desde hace años específicamente con el tema de las princesas. Que si me gusta la Sirenita es que tengo un complejo de abandono, que si la Bella es porque tengo un complejo de sumisión, etc… y las mamás que han comprado esta idea no solamente por el significado psicológico que esto tenga, si no por la idea de que las niñas deben crecer empoderadas, conscientes de su GRAN poder y sobre todo muy pero muy cabronas. 

Es constante leer comentarios de mamás enojadas y agresivas donde ponen: SI! Hay que enseñarles a las niñas que ellas SON mejores, que son más fuertes y más inteligentes, que no necesitan a un hombre para ser felices, bla bla… incluso alguna vez que se me ocurrió contradecir esa teoría con mi experiencia (Ari, la princesa maga que jugaba football, arrullaba a sus muñecos y además hacía galletas y sacaba muchas cuentas con la calculadora… cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia) y fui severamente juzgada: “seguramente eres una mujer sumisa y eres ama de casa, seguro te mantienen y seguro tu gran sueño es despertar para hacer de desayunar, perdedora”.

Me pregunto cuándo fue que le perdimos el sentido al feminismo. Muchos dirán pues agradece a esas mujeres que lucharon y murieron para que tu puedas hoy estar expresándote como lo haces; pues gracias, yo respeto y agradezco lo que me toque, pero ¿en qué momento confundimos el “IGUALDAD DE DERECHOS” con “SUPERIORIDAD DE GÉNERO”?  Y lo digo con conocimiento de causa. Trabajé en empresas donde había una onda mega rara donde había como juntas y conferencias de mujeres exitosas para motivar a otras mujeres a LUCHAR por crecer, a GANAR su posición o renombre o lo que sea… la mayoría de las veces no iba a esas juntas, y no porque esté de acuerdo en que los hombres ganen más si hacen el mismo trabajo (OJO QUE DIJE EL MISMO, porque ahora resulta que una mujer lo hace MEJOR y gana menos what?), estoy de acuerdo en que se de igualdad de oportunidades y gane el puesto la persona más capacitada, pero creo que no nos damos cuenta de que estamos yéndonos al extremo opuesto. Resulta que las empresas ahora tienen una “cuota” de mujeres que se deben promover, y si llega un puesto y compiten una mujer y un hombre con las mismas capacidades el puesto se le da a mujer porque tiene vagina… ¿no les suena conocido? 

Soy de la idea de que si se da esta IGUALDAD de oportunidades en sociedades machistas donde en efecto todavía nos gana el peso del falo, eventualmente esa cuota debería ser obsoleta, porque este equilibrio se daría solo. No, no me estoy contradiciendo, estoy diciendo que no hay que invertir la historia y repetirla discriminando a los hombres, hay que corregir comportamientos que permitan justamente considerar la base del feminismo: IGUALDAD PARA AMBOS, sin preferencias para ninguno.

Veo muchas conferencias de motivación a la que van muchas conocidas donde “Mujeres Exitosas” dan pláticas de cómo LUCHARON contra la adversidad para lograr sus metas y cómo hicieron una red de apoyo de mujeres LUCHONAS para salir adelante contra lo obstáculos de la vida (si, los mentados hombres que son malos malos). Y me pregunto, ¿cuál es nuestra definición de éxito?... Una mujer llega a ser la Presidenta de una gran compañía automotriz: que chingona, pinches hombres seguro tuvo que luchar contra todo para lograr arrancarles ese puesto, claro! Vamos ¡ mujeres unidas jamás serán vencidas!... Que orgullo y que gusto por ella, ella lo eligió, y está padre; pero… ¿eso la hace más exitosa que una mujer que decidió que ella no quería ser eso, si no poner una cafetería, o esa mujer que desde niña soñó con ser maestra, o mamá y haciendo lo suyo se sienten plenas y felices?

Yo crecí con un tema en la cabeza: TENGO QUE DEMOSTRAR QUE SOY MEJOR QUE CUALQUIER HOMBRE (esa historia algún día la contaré), y entonces salí al mercado laboral con ganas de tragarme el mundo, de ser la directora del mundo y salir en revistas y dar conferencias de por qué las viejas somos más fregonas. Cuando me di cuenta, llevaba 10 años trabajando en empresas fingiendo ser algo que no era, que nunca fui. Cuando nació Leo, confirmé mi teoría. Las mujeres nos presionamos demasiado por ser “exitosas ejecutivas, empresarias, directoras del mundo, no necesitadas de hombres, fuertes, porque soy mujer” por desgracia, eso nos aleja de nuestra naturaleza, de nuestros instintos. ¿No me creen? Volteen a verse las que son mamás recientes, o tienen amigas que acaban de parir. ¿Se parecen a sus mamás, abuelas, bisabuelas? Ay Adriana que retrógrada, ¿quieres que todas seamos amas de casa y conformes con tener un hijo y hacer pasteles (ouch)? NO! Quiero que conectemos con nuestra esencia! Quiero que volvamos a conectar con nuestros cuerpos, nuestras emociones, nuestra naturaleza, que disfrutes los beneficios de ser mujer, de tener una energía muy creadora, muy creativa, que te DES PERMISO.

Si tu cuerpo, tu alma te dice que quieres ser la directora del mundo, HAZLO! Disfrútalo, pero no lo hagas por que la sociedad así lo dicta, porque además, te tengo noticias! Hay un ejército de mujeres ejerciendo ese “sueño implantado” allá afuera, y no te quiero contar de las nuevas generaciones, y lamentablemente esos puestos son finitos.

NO somos mejores que los hombres, claro que no! Y por más que queramos alejarnos de  nuestra esencia y convertirnos en ellos no lo vamos a lograr, porque simplemente nuestra esencia y nuestra energía es diferente, y eso no es malo. No es malo que desees tener un hombre en tu vida y lo ames, y lo entregues todo, y quieras que te abrace mientras ves una película, que te lleve unas flores, te invite a cenar y el pague, y si les da la gana también lo puedes invitar tu. Pero nos estamos acostumbrando a DARLO TODO, sacrificar tiempo con nosotras, con nuestros hijos, con nuestras parejas, a mantener, pagar, generar, crear a un costo altísimo… olvidamos recibir.

Tengo un hijo, que va a crecer rodeado de muchas niñas que crecerán escuchando que ellas NO tienen derecho a ser princesas, que ellas son unas cabroncillas y son más bien guerreras, que no necesitan un pinche hombre a su lado porque ellas pueden solas y me aterra pensar cómo les están arrebatando su esencia, su imaginación, sus sueños, cómo energéticamente se les enseña a luchar contra lo que son. Me encantaría que Leo no tenga que luchar o se vea discriminado por tener pene en ningún momento, y me gustaría más que sea capaz de amar profundamente a una mujer (si es lo que el elige), y apapacharla, dedicarle canciones e invitarla al cine y a viajar, compartiendo gastos o no, me encantaría que se enamore de una mujer EXITOSA porque viva su sueño, porque sea plena y feliz, sin importar si es la directora global interplanetaria de una empresa transnacional o es una artesana local, o una hippie, o lo que sea, y que JUNTOS se descubran construyendo nuevos mundos donde no haya que luchar para ganar, porque en realidad, no hay nada que ganar.


Así que este es mi granito de arena. Educar a un niño que crea en las princesas, los dragones, los piratas, BuzzLightyear, que sepa que puede (y tiene el derecho) de lograr lo que se le de la gana siempre y cuando lo haga con pasión, que sea el mejor en lo que decida, que sepa AMAR y respetar a su género, y también al complemento. Porque esto no se trata de juzgar, discriminar y señalar, esto no es una lucha y al parecer, todavía no lo entendemos.