miércoles, 8 de julio de 2015

Despacito.


Había estado muy ocupada incluso para sentarme un rato a escribir. Ando estrenando un consultorio que me prestan así que puedo empezar a coordinar mejor mis tiempos y escaparme de repente a dar consultas, pero hay que seguir estudiando, y bueno, digamos que no es lo único en lo que me ocupo. Comencé a hacer análisis de numerología, ya estoy haciendo cortes de lazos kármicos y por otro lado resulta que de repente me han salido más pedidos de cupcakes, pasteles, postrecitos y cosas, y pues para eso también hay que prepararse y sobre todo darse tiempo.

Hay días en que necesito levantarme a la hora que Leo abre los ojos, a veces antes. Es compulsivo ponerme cosas que hacer, como si correr atrás de bebé no fuera suficiente, entonces veo como me voy llenando de lecturas, libros, estudios, fondant, diseños, clases, pañales, hacerme miembro de una página de proyectos freelance y darles seguimiento... y Mother Goose. Así que quien piense que quedarse en casa es aburrido, se equivoca. Y los días que no tengo tantas cosas que hacer, aún así, es una odisea conseguirme un ratito para bañarme con calma, preparar la comida y mantener la casa relativamente decente. Hay días que me apuro para levantar cosas antes de que llegue la señora que me ayuda porque de verdad es un caos. Hay otros en los que salgo corriendo y no volteo atrás porque estoy segura que me daría un colapso. 

Hoy, particularmente fue un día muy raro. Quería ponerme a hacer pendientes y cosas, pero Leo no cooperaba. Hice de desayunar deteniéndome la pijama con una mano y cocinando con la otra mientras Leo se cuelga de mi pantalón, le dí de desayunar mientras yo me comía un yoghurt y le cantaba sobre lo bueno que es desayunar. Hice mi plan, jugaría con Leo, luego tomaría su siesta y yo haría en 40 minutos lo que antes hubiera hecho en 4 horas. Normalmente le doy juguetes, se entretiene y así yo corro a avanzar, pero hoy, ni con canciones, ni con juguetes... a gritos de "Mamá" me hizo saber que quería que jugara con él. Así que pensé, bueno, un ratito en lo que le da sueño o se cansa (ja, ja, ja), dio la hora de la siesta y no tenía ni poquito sueño, así que lo intenté dejar sentado con unos cubos los cuales aventó, se levantó corriendo y riendo me abrazó, yo en consecuencia dejé nuevamente lo que hacía y me senté en el piso a jugar otro ratito con él. 

Así me dieron las 11:30 am. en pijama, con la casa hecha un desastre y con Leo agarrándome la sudadera, el pantalón o el cabello con una mano y con la otra jugando. Usé mi plan B, ponerle Mother Goose en la tele y correr a apurarme. Lo hice, pero más me tardé en llegar a la recámara que Leo en llegar y hacerme ojitos y pedirme que lo aventara a la cama y jugáramos cobijas (un juego que inventé donde básicamente se hace un caos de almohadas, cobijas y risas), me hice la que no lo vi y me apuré, pero seguía ahí viéndome con ojitos alzando los brazos para jugar... y ¿adivinen qué? pues si, dejé todo y me puse a jugar con él. 

A las 12 me jaló al sillón y me abrazó, ya tenía ojos de sueño, lo arrullé hasta que se quedó dormido y recurrí al plan C: dejarlo en su cuna y correr a apurarme, que según yo era algo muy cercano al plan A original... me levanté del sillón y lo comencé a bajar a la cuna, abrió los ojos y me vio con cara de "ni lo sueñes", así que corrí de nuevo al sillón y seguí arrullándolo. Así se quedó casi hora y media. Ok, es hora de comer, no hay comida, hay un desastre y yo aquí con Leo encima de mi abrazándome.

Despertó a la 1 y algo... sacó sus letras y las jaló hasta donde estaba yo sentada en flor de loto, caminó y se sentó entre mis piernas hecho bolita y me hizo "aaahhh" un sonidito que hace cuando está feliz. Comprendí que hoy Leo necesita apapachos de mamá todo el día. 

Me rendí. Acudí al plan D: relajarme. Empecé a jugar con él, a cantar, a reirnos. Hoy Leo descubrió que puede dibujar con un crayón, hizo ojos de plato y me volteó a ver emocionadísimo agitando las manos.  

Mientras estaba sentada con Leo hecho bolita entre mis piernas, pensé que HOY no se va a repetir de nuevo, mi recién nacido ya camina por toda la casa y es raro cuando se deja cargar mucho tiempo (contra toda teoría de que los bebés se acostumbran a los brazos, yo lo cargué todo lo que pude y ahora es muy libre), hoy me abrazó, me jaló el cabello, me mordió la cara y me hizo saber que era nuestro día, en medio de una casa caótica, sin comida y en pijama. Entonces, me dispuse a disfrutarlo, hoy no voy a leer, hablar de ángeles y energía, no voy a hacer cupcakes o correr de un lado a otro buscando más pendientes, hoy disfrutaré que soy su compañera de juego, que ama sentirme cerca, y bueno, creo que vale totalmente la pena.

Hoy todo va a ser despacito.Todos (hasta los bebés) merecemos un día así.

Bueno me voy, Leo ya escuchó el teclado y se acerca peligrosamente con dos letras en las manos y gritando: mamamamamamamamamamaaaaaaaaaaaaa...