martes, 1 de enero de 2019

Parir en 30 horas con calcetines calientitos.



Mi primer parto me dejó secuelas emocionales difíciles de sanar, sobre todo con el postparto que le siguió, una zona de limbo entre la obscuridad y el averno agarrada de un salvavidas que era frágil y de vez en cuando me costaba trabajo encontrar. 

Ese primer parto me agarró desprevenida, la primera contracción me dio de golpe en la cara y en la vida y me perdí... me desconecté, empecé a divagar, solté mi centro, me entregué de lleno al miedo. Fueron casi 24 horas de "labor" aunque en realidad se estableció una vez que le pedí ayuda al doctor pues las contracciones no se establecían (si no eres conocedor de este tema, resulta que no es como en las películas que vas caminando, se te rompe la fuente, gritas y pujas... requieres HORAS, DÍAS y a veces SEMANAS de preparación y se tiene que establecer un patrón, las contracciones deben empezar a ser ritmicas, es como una coreografía perfecta entre tú y el bebé). Llegué al hospital, y ahí me metieron oxitocina sintética, la hormona que desencadena el parto y a darle... a las 4 horas estaba lista para parir y ahí empezó todo: médicos yendo y viniendo, ruido, voces, un quirófano, se me dijo que no iba a aguantar la expulsión dado mi cansancio (pobrecita yo me creía todo), así que pedí bloqueo, me amarraron las piernas estando acostada, me aplicaron maniobras que en otros países son prohibidas, me dijeron que guardara silencio y me cortaron. Después de un rato de pujo, nació Leo. Un perfecto bebé que lloró desde que nació hasta los 3 meses, según yo sin descanso. Y se lo llevaron. 

Cuando pasó todo me sentí bien, pero a los pocos días empecé a recordar cómo había sido todo y me dolía en el alma haberme perdido mi parto. Dejé que todo sucediera y observé, y no pude darle mi toque especial, y eso me llevó a una tristeza profunda, a meses de sentirme débil, desconectada, perdida. Las mujeres somos muy chingonas, porque sanamos, porque agarramos los pedacitos y nos armamos de nuevo, y en mi caso, tendría que hacerlo porque no lograba conectarme con mi pequeño Leo que gritaba y lloraba lo que yo callaba. 

Lo logré. Sané ese momento, lo liberé, empecé a enfocarme en lo que me había gustado, y bueno, estar viva con mi hijo en brazos era una de las partes favoritas. Me dediqué a estudiar, certificarme, a tomar cursos, leer libros, devoraba libros completos sobre maternidad, postparto, crianza, desarrollo de los niños, energía, magia... todo aquello que le resonara a mi alma, mi cuerpo y mi mente; y empecé a sanar cuando me di cuenta que no era la única a la que le pasaba eso en diferentes momentos de la maternidad, y me propuse acompañar a otras madres desde el amor sin juicio... 

Cuando supe que estaba embarazada de nuevo, lo primero que vino a mi fue: quiero un parto diferente. No se como será, ni como va a terminar, pero no quiero repetir ese parto que tuve con Leo. Me merezco otra oportunidad. 

Así que me puse a investigar (más) y a pedir referencias, necesitaba perdonar a las doulas y a los médicos, así que les di otra oportunidad. Una mamá de la escuela de Leo, a quien le voy a agradecer siempre, me recomendó a su Ginecólogo, un médico quesque muy acá de buenas tablas, con buena reputación respecto a su perspectiva del parto y decidí darle una oportunidad. En realidad, uno de mis grandes aprendizajes respecto a parir es que en realidad no hay una manera correcta de hacerlo, hay mujeres que eligen cesáreas, hay quienes piden partos, bloqueos, en agua, hay quienes la vida no les deja otra opción, y todas esas opciones están bien, eso fue lo que me tuve que tatuar en la cabeza, así como sucede está bien. 

Cuando llegué con el Doctor, iba muy relajada, dispuesta a evaluarlo, pero... la vida me tenía una sorpresa. En el ultrasonido se veía la bolsa, pero por la semana en la que estábamos, no se escuchaba el corazón. Christian, el médico, nos dijo: esto es de paciencia, la naturaleza es sabia, y tu cuerpo lo es también, vamos a darle 2 semanas a ese pequeño de manifestarse, y vamos un paso a la vez. Ya escribí sobre eso, un golpe bajo que no me esperaba. Afortunadamente a las 2 semanas, que para mi fueron como 2 años, se escuchó su corazón. Y comenzó mi viaje a las profundidades del embarazo nuevamente. 

Todo lo que no viví en el primer embarazo, lo viví en el segundo. Náuseas, sueño extremo, antojo de tunas (comí tunas a diario, en promedio unas 4, hagan sus cuentas), mareo, cambios de estado de ánimo muy brutales... y se empezó a acercar la fecha. Ahí fue donde decidí (me convencieron) de tener una doula en mi parto así que la misma mamá (Jennifer, si estás leyendo esto GRACIAS) me recomendó a su doula Dana, y nos entrevistamos y nos caímos bien y decidimos intentarlo. 

En nuestra penúltima sesión con el Doctor, me preguntó si estaba lista. Me puse a llorar, y le dije: ¡no se! Nunca he parido así, siendo la protagonista. El sonrió y dijo: es TÚ parto, vas a poder hacerlo, tu vas a poder. 

Comenzaron a pasar las semanas, y Natalia mi pequeña no se decidía a nacer, mi panza gigante, mis piernas cansadas, la espalda adolorida, mi caminar de pingüino y mis emociones en kamikaze y LA GENTE, la bendita gente que es imprudente porque si... preguntando si todo estaba bien, qué estaba pasando. 

Varios simulacros en las madrugadas, donde las contracciones llegaban y se iban y un esposo cada vez más ansioso después, desencadenaron lo inevitable, porque contrario a lo que mucha gente piensa, pues los bebés eventualmente nacen (aqui va la carita de ojos volteados). Un viernes 14 de Diciembre, donde decidí cenar papas con chile y una copita de vino relajante con chocolates comenzaron las contracciones de verdad. Una llamada, el Doctor diciendo: vente al hospital y los nervios que llegaron de nuevo. Pero esta vez, estaba lista, así que agarré los nervios, los eché a la maleta junto con calzones enormes de abuela y ropa muy aguada (porque la Adriana primeriza pensó que iba a caber en su ropa anterior al embarazo al día siguiente, jaja) y nos fuimos al hospital.

Llegamos al hospital el Sábado 15 de Diciembre a la 1:30 am. Entré caminando, muy tranquila, hasta que al abrirse la puerta de la zona de Salas LPR (Labor, Parto y recuperación) me recibe un sonido que nunca olvidaré: los gritos de una madre pariendo. Me hice para atrás, respiré y voltée a ver a Alejandro, mi esposo y le dije: así me voy a poner? y el sonrió y dijo: tranquila, entremos. Me revisaron, oh sorpresa! 4 cm de dilatación. Muy lejos de los 10 para pujar, incluso de los 6 cm recomendados para ingresar al hospital. El doctor habló conmigo y decidió ingresarme, seguramente me vio cara de: esto va a avanzar bien. 

Y pues no. 

Me instalé, sacamos el kit de aromaterapia, los rebozos, colocamos la silla maya cerca, la pelota, los skacks y me dispuse a DISFRUTAR mi parto. Dana, nuestra Doula llegó al poco tiempo, se instaló y sacó la cámara. Si pudiera describir ese espacio era como si yo hubiera envuelto ese lugar y lo hubiera hecho mío, y también Alejandro y Dana, era como si fueran una extensión de mi. Me sentía fuerte, segura, confiada. Conectamos el teléfono a la bocina, comenzaron a sonar las canciones que elegí para ese momento. Llegó la mañana, el desayuno, contracciones, baile, cantamos, coreografías. El Doc y su asistente entraban de manera intermitente a revisar mi presión, los latidos de Natalia, llegó la comida y la tarde... las contracciones no se establecían tan rítmicamente, algo estaba pasando. Cerca de las 5 pm, el doctor me revisó, 7 cm. y una mano de Natalia en la cabeza... estaba impidiendo que lograra bajar más y encajarse para acelerar el parto. 

Una vez más, el doctor, paciente me miró y dijo: vas bien. Vamos a esperar que Natalia se acomode, vamos a confiar en ella. ¿Cómo te sientes? ¿Vas bien?

Llegó la cena, más canciones, más baile, baños con agua caliente, masajes de Alex, de repente lloraba y el me abrazaba mientras bailábamos, otras (las más) reíamos, el Doctor entraba a bromear, y en ciertos momentos cerraba los ojos, conectándome con la tierra, con Dios, con fuerza... sentía que me quedaba poquita, eran demasiadas horas sin dormir. 

Cerca de la 1 am yo era la versión de Rocky ya al final de la película. Apenas podía hablar, mis ojos se cerraban y los lograba abrir solo para ver la cara de quien me hablaba. Me acomodaba en automático para que me revisaran. Alex se alarmó, y le pidió al doctor hablar conmigo y revisar qué opciones teníamos. 

Christian llegó cerca de la 1:30 am a hablar conmigo. "Adri, estás muy cansada, tenemos algunas opciones... puedo ayudar rompiendo la bolsa, para ver si se acelera el parto, al ritmo al que vas podríamos estar hablando de unas 5-6 horas más, la otra es meter oxitocina y ayudar a regular el parto y podemos usar bloqueo para que estés cómoda y recuperes algo de fuerza" Yo lo oía llorando, temblando a decir verdad, empecé a temblar de miedo, de sueño, de cansancio... y me volví a sentir como hace 4 años y medio, en manos de otros, débil y asustada. El doctor pudo verlo, y dijo: Adri, no tienes que decidir ahorita, podemos darle una hora más a ver cómo avanzas, este NO es el parto de Leo. Yo llorando le dije: ¿Qué hago Doctor? y el sonriendo dijo: No Adri, este es TÚ parto, ¿recuerdas?

El Doctor volvió una hora después, yo mientras me di un baño, y caminé un poco más. Me revisó, estaba casi en 9 cm... ¡tan cerca! Las contracciones eran una locura, mi cuerpo cansado y temblando se abría para recibirlas, dolía mucho... no estaba segura de cuánto iba a aguantar así. Me preguntó: ¿qué hacemos? y yo alcancé a decir: "Es que si me pones bloqueo no me voy a poder meter a la tina" y lloré tanto, porque la tina estaba lista... porque sabía que a pesar de haber sido mi sueño de meses, tenía que tomar una decisión y todo indicaba que no era esa. En ese momento, Dana, se levantó y tomó mi mano, y dijo: "Adriana, ¿cuál es el objetivo de que estemos todos aquí, que te metas a una tina?..." y eso me aterrizó. Claro que NO, estábamos ahí por Natalia, y yo estaba ahí parada, frente a mi parto y de la forma que fuera sería perfecto. 

"QUIERO DROGAS. Elijo el bloqueo Doctor, necesito dormir" mi alma descansó cuando dije eso y si quedaba un mínimo rastro de juicio de mi hacia mi decisión en los siguientes minutos se diluyó. 

Gabriel, un médico como de 3 metros (o al menos así lo vi), lleno de luz entró a los pocos minutos diciendo: "¡Hola Adriiii, soy Gabriel, vengo a quitarte el dolor para que puedas dormir un rato!" y yo di las gracias al cielo por los avances de la ciencia. Me quedé dormida casi 1 hora, sin dolor. 

Me despertó una punzada, regresaban las contracciones. Era hora de ver que había sucedido. El Doctor volvió y me revisó, rompió la bolsa y Natalia bajó de volada. "¡Ya está aquí!, Adri, ¿estás lista?" yo me incorporé, aplaudí, apreté los puños y dije: ¡ESTOY LISTA! (jaja aquí va una carita de esas que lloran de risa, porque las mujeres pariendo hacen cosas muy extrañas) "Pongan el playlist de EXPULSIÓN!" agregué.

Empezó a sonar la música, desde The eye of the tiger, This is Me, Hero, Aleluya... el doctor dijo: si te aplicas, en 6 pujidos nace... a mi me encanta que me reten, obviamente sería en menos; y si. Pujé una vez, mis piernas estaban recargadas en el doctor y su asistente, el pobre casi muere asfixiado cuando mi pie con mis calcetines calientitos resbaló a su garganta... y luego dijo: ¡Adri, ya está aquí, puja como si quisieras verla! 

Bueno, no tengo que decirles que en ese segundo pujido, un 16 de Diciembre a las 4:55 am nació Natalia mientras sonaba Sweet Child Of Mine de fondo. 

Es inexplicable la sensación de VER y sentir como sale un ser humano de ti. Me la pasaron de inmediato, la abracé, pensaba reclamarle ese parto tan largo, pero solo pude dejarme caer con ella en brazos en la camilla llorando, de alegría, de cansancio, de sentirme tan poderosa, de triunfo, de orgullo por haberme regalado la oportunidad de parir así. Gracias al Doctor presente y paciente, humano y entregado, a Dana constante, precisa, amorosa; pero sobre todo a Alex, mi coach, mi porrista, mi compañero, que me echó porras todo el tiempo, que no bajó los brazos, que me apoyó con palabras y con silencios. 

La recuperación ha sido diferente, creo que a dos semanas me sigue doliendo el cuerpo, pero estoy parada en un lugar distinto. Me siento plena, poderosa, llena de vida... y también cansada y llena de muchos miedos y sueños que afloran en las madrugadas. Me siento capaz de hacer todo y con ganas de no hacer nada por ahora. 

No hay prisa. 

Natalia de miles de maneras me lo ha enseñado. 

miércoles, 12 de diciembre de 2018

No es obligatorio querer (me)



"Obviamente eso que posteas no es cierto, estás inventando o exagerando"
"¿No crees que presumes mucho?"
"Nadie se atrevería a hacer eso, estás mintiendo"
"No entiendo como fue que decidiste dejar tu carrera por tus ideas raras, eso no te va a dar éxito"
"Quieres hacerte famosa o llamar la atención"
"Te quieres hacer la muy rebelde, pero eres igual a todos los demás"
"Te crees una bruja, pero no es así"
"Pues si realmente trabajas con energía no debería haberte pasado tal cosa"
"Seguramente estás frustrada y por eso escribes lo que escribes"
"Está mal lo que estás poniendo, mi opinión, y la verdad es que..."
"Lo que deberías hacer es..."
"Te haces la muy espiritual pero eres muy (irónica, grosera, burlona, mala vibra, chismosa...)"
"Yo no necesito estar posteando tanto, porque yo si disfruto mi vida"

Son algunos de los comentarios que me he tenido que soplar, y no necesariamente desde el surgimiento de las redes sociales, desde antes ya la gente, tal vez en menor escala, opinaba y proyectaba cosas en mi. A todos nos ha pasado. 

Llevo mucho tiempo queriendo escribir sobre este tema, la verdad es que por todos lados se lee y ve sobre el tema. Hoy particularmente me topé con muchos artículos, frases o videos que de alguna forma u otra tocan el tema. 

Mucha gente dice: no hagas caso, no necesitas la aprobación de nadie, pero la verdad es que en el fondo, todos socialmente buscamos algo: conectar, destacar, compartir... y si es algo aceptado que mejor. Sin embargo, si eso no sucede tampoco es que cambien las cosas. La mayoría de la gente que destaca es porque avanza sin estar revisando los comentarios u opiniones de los demás. 

Hace tiempo esperando pasar al doctor escuché a dos chavitas platicando sobre una tercera que estaba muy agobiada porque tal persona la había dejado de seguir y ya no le daba likes a sus publicaciones, pero podía ver como interactuaba y comentaba en los posts de otros. Realmente estaba muy agobiada, supuse que debe sentirse como cuando en la escuela, tu "bolita" te dejaba de hablar, o tu mejor amiga dejaba de sentarse contigo en el recreo y eso si que se siente de la fregada. Me quedé pensando cuánta gente habrá dejado de "seguirme" o interactuar con mis posts porque han interpretado cosas de mi que tienen que ver más con ellos que conmigo. 

Debo confesar que hace tiempo me esforzaba por que todos me quisieran, me aceptaran, parte de mi desea todavía en ese mundo de ilusión ser como esa moneda de oro que todos quieren tener cerca, pero este año me ha dado una importante lección: No es obligatorio querer. Inculso a la familia. Todos vibramos y estamos en diferentes frecuencias, todos somos energías diferentes viviendo y dando resultados diferentes, ¿por qué habríamos de sentirnos obligados a querer a alguien? Sobre todo si esa persona representa cosas de mi que no me gustan, o tiene algo que yo quisiera, o habla demasiado, o no piensa como yo.

Hace tiempo una gran amiga me contó que una persona con quien hace años interactué (más de 10 tal vez) seguía esparciendo, quejándose y contando que yo la odio por cosas que me hizo. Me dio mucha risa, vamos por ahí asumiendo emociones de los demás y hacemos historias en nuestra cabeza y nos esforzamos por lograr que así sea, generamos una necesidad enferma de manifestarlo. Si ella supiera que no pinta en mis días, y que ni siquiera tengo interés en "odiar" a nadie seguramente se llevaría una amarga decepción. 

¿Qué nos lleva a hacer eso? No tengo la menor idea, ni un estudio, ni algo concreto, solo mi experiencia y lo que he observado: estamos distraídos. Estamos distraídos volteando a ver qué dice, qué hace, qué genera, qué postea, qué logra, qué compra, qué opina esa gente que nos incomoda para poder alimentar esa cosa pegajosa que crece adentro y que es tóxica, que nos engancha y eso genera que no volteemos a ver lo importante, lo relevante y donde SI tenemos ingerencia: nuestra vida. Así de fácil. 

La gente se va intoxicando lento al hacerlo. Intoxican su ambiente, su casa, su familia, sus redes sociales, es esa gente que juzga y señala sin tener realmente idea de lo que sucede. Me pasó hace poco, postee una situación que ocurrió con mi hijo, me gusta compartir esas cosas, me encanta escribir. Y alguien a quien realmente conocí muy poco y que tenía en FB por cordialidad empezó a escribirme toda una teoría de por qué mi hijo es así, de las repercusiones que tengo en él y después una serie de consejos para criar a mi hijo. ¿Lo sorprendente? Esa persona no ha tenido una plática en persona conmigo de más de 30 minutos, no me conoce, no conoce a mi hijo y tampoco tiene hijos; pero sintió la necesidad de guiarme. No respondí, simplemente ignoré el mensaje, para comenzar una cadena de tolerancia, hay que empezar tolerando al intolerante como dice un video que vi hoy. 

Supongo que es algo muy profundo inherente al ser humano, el hecho de estar juzgando, opinando, aconsejando desde lo que uno piensa que es lo correcto. El problema de esto es que nuestra opinión está basada en muchas cosas: nuestra perspectiva, punto de vista, nuestro entorno, nuestras creencias, nuestros juicios, los juicios que nos han heredado, nuestras experiencias y una larga lista de etcéteras y por lo tanto, nunca será una verdad  para nadie más que para nosotros, y esto se agrava cuando nos escondemos atrás del teléfono o de una computadora. El daño es profundo cuando actuamos y hablamos desde la separación, desde la idea de que el de enfrente está mal porque se ve, elige, piensa o actúa diferente a mi. 

Por eso es tan impactante la realidad actual, porque nos unimos en células y estamos "contra" lo diferente. He visto verdaderas crucifixiones en redes sociales, atacar y humillar lo que no es correcto para mi. He visto mamás atacándose hasta lo más profundo por defender la idea o manera en la que educan a su familia, o cómo llevan su vida o sus matrimonios, o por lo que dan de comer a sus hijos. Veganos vs Carnívoros, Homosexuales vs Heterosexuales, Hombres vs Mujeres, "Chairos" vs "Derechairos", Ateos vs Cristianos... y así la lista es eterna. 

Es un trabajo difícil eso de no engancharse, yo me confieso culpable de haber caído en eso varias veces, y es un enojo tan real y un deseo de acabar con esa persona que ni siquiera conozco. Pero he aprendido algo en el camino: nadie es como yo, nadie ha vivido lo que yo, nadie ha pasado por lo que yo he pasado, nadie piensa como yo y por eso nadie puede entender realmente por qué y para qué hago las cosas, y es por eso que nadie tiene la obligación de quererme. 

Eso me ha liberado muchísimo. Porque de igual manera, me exime también de la obligación de querer a otros, de estar de acuerdo con ellos, de quererlos cerca o de opinar como ellos; pero sobre todo me dio perspectiva, porque si bien no comulgo con muchas opiniones, o hay gente que me cae mal simplemente por existir, puedo respetar y entender que todos hablamos desde lo que somos y entonces lo que tu percibes de mi tiene que ver contigo, y no conmigo y un gran demonio rojo con dientes afilados que surgía cada vez que me sentía hecha a un lado o criticada y peleaba a muerte para "demostrar" que estaban equivocados y explicar mis intenciones se ha convertido en un mero observador, menos rojo y menos enfurecido. 

No tienes que explicarte, no tienes que justificarte, no estás obligado a aceptar o querer a nadie; y mientras más te metes eso en la cabeza, te vuelves más tolerante y te relajas, y puedes coexistir con otros seres sin la imperiosa necesidad de controlarlos e imponerles tus ideas, y entonces comienzas a actuar con respeto y sabes retirarte si es necesario, sin incendiar el lugar. Y cada pasito que das hacia allá te acerca un poquito más a un nivel de evolución que el mundo tanto necesita hoy. 

Así que querido lector que llegaste hasta acá, recuerda: no es obligatorio quererme, pero a ti si quiérete y mucho. 


martes, 3 de julio de 2018

Nuestros primeros 3 meses juntos.

Llega el momento en la vida de toda pareja donde comienzan las pláticas sobre lo que viene, hacia dónde va todo. Hay pláticas más intensas que otras, aunque todas sean igual de importantes, y me refiero a intensas porque los hijos son un tema MUY relevante: ¿habrá hijos? ¿No habrá? ¿Qué pasa si esa decisión cambia con el tiempo?; y cuando decides que sí y tienes al primer hijo pues en realidad no sabes calibrar todavía el impacto que eso tendrá en la pareja y en sus vidas como individuos… PERO ya que tienes un hijo y sabes de qué se trata, pues la decisión se torna más compleja.


No quiero decir que tener hijos sea terrible, no lo es, es increíble y maravilloso, y una chinga a la vez. YO todavía tengo flashazos de mis veintipico horas en labor de parto, las ojeras de los desvelos apenas se me empiezan a quitar, y a pesar de eso, no paro de sonreír y agradecerle al Universo el regalo que me dio. La vida como pareja da un giro brutal, porque si, es complicado de repente adaptarte a vivir con alguien, pero nada se compara con ese momento donde te dan a tu hijo y llegas a tu casa y empiezan a aflorar las dos corrientes de crianza, las discusiones, los desvelos, la organización y la convivencia. Y una vez que estás medio agarrando la onda, pues te das cuenta que ya no tienes 18 años y que si quieres traer otro ser a este mundo, es hora de sentarse a platicar… ESA plática otra vez.

Al final, si piensas mucho las cosas, terminas por no hacerlas. Y desde que decidimos casarnos adoptamos esa filosofía: hay decisiones que no se piensan tanto, y muchas de esas decisiones son las más importantes de la vida, y hay que aplicar un pues mi deseo es más grande que el miedo, agarras la ola y te lanzas. Y así fue.

Creo que los seres humanos tenemos como un chip que nos hace creer que si hemos vivido algo, pues ya nos la sabemos perfecto, lo tengo identificado y aun así no logro controlarlo, ese pensamiento de sentir las cosas bajo control sigue apareciendo, así que cuando vi la prueba positiva, respiré y dije: ¡ok! Pues ya llegó, a recibir a este ser como se debe, ya sé que hay que hacer, citas, vitaminas, cuidados, pues listo.

Pero, el Universo en su infinita magia y sabiduría volteó a verme y soltó una carcajada: ¿tu crees que sabes? Bueno, vamos a mostrarte que no. Y así comenzaron los primeros 3 meses (o esas famosas 12 semanas). De mi primer hijo tuve dos semanas de náuseas, donde me sentía asqueada con poca hambre y cansancio, fueron dos semanas contadas y ¡listo! El resto del embarazo fue simplemente engordar. Me acuerdo que me reía de las mujeres que pálidas contaban sus penas, y yo pensaba: ¡ni aguantan nada! Recuerdo mis posts en Facebook “rompe mitos” y entiendo lo que sucedió y por qué. 

De repente empezaron las náuseas, cerca de la semana 5. Abría los ojos y tenía que tener ya una fruta en la boca porque si no… todo el día estaría medio desmayada o arqueando. Pasaba la mañana y a medio día nuevamente el asco que me hacía estar normal y al momento siguiente arqueando como si no hubiera un mañana, y por la tarde/noche, otra vez. ¿Comer? No, gracias. ¿Cómo pueden comer carne, es asquerosa y huele fatal. UFFFF ese señor que pasó en la calle huele horrible, ¿cómo por qué me habla la gente?, mi teléfono es asqueroso, el olor del refrigerador ni pensarlo, el olor de los coches, de la calle (¿ya se dieron cuenta que las calles huelen a tortilla?), empecé a tener antojo de cosas frías, eso me ayudaba con las náuseas, comía hielos, paletas, agua, lo que fuera frío.

Recuerdo un día iba manejando y en la calle había una caja aplastada con frutas (como si se le hubieran caído a un camión y las hubieran aplastado) solo de verlas me fui arqueando como 3 calles. ¿Lavarme los dientes? (a la fecha es un martirio). Subía corriendo las escaleras porque podía oler la comida de los vecinos y me daba asco, me enojaba muchísimo por todo, con todos, y de repente llegó el sueño.

Bendito sueño. Ir manejando y llorando de sueño, hacer yoga con sueño, jugar con Leo muriendo de sueño, llegar arrastrándome a la cama… y no poder dormir. Cansancio infinito, viendo pasar los minutos anhelando que llegara Alex de la oficina para poder recostarme y hacer una pausa. ¿Qué es esto? Quejas todo el día.

Tuvimos nuestra cita con el médico, el chip ese que les digo activado al 100%, ya se lo que me va a decir, ya sé lo que va a pasar, le vamos a dar la noticia a la familia, Leo va a estar feliz!), y pues no. Resultó que para la semana en la que estaba, el ultrasonido estaba mostrando la bolsa de bebé pero no al bebé. Recuerdo la cara del doctor, el tono de su voz, la forma en la que nos miraba: hay una posibilidad de que no haya bebé, pasa en un % de embarazos, no podemos hacer nada más que monitorearlo y vernos en 2 semanas más, si pasa algo antes, por favor me avisan, el cuerpo tiende a limpiarse solo en estos casos y necesitamos asegurar que todo esté bien, hay que tomar esto, ponerse esto… entré al baño a cambiarme y me vi al espejo. Traté de no llorar, respiré. Me pidió más análisis de sangre para medir la hormona, y paciencia, calma y cuidados.

Yo creo que las parejas pasamos por momentos que superamos juntas, que hablamos, que compartimos, y también pasamos por momentos donde simplemente nos miramos a los ojos y podemos entender lo que el otro está sintiendo. Este fue uno de esos momentos, yo sabía que los dos estábamos muy asustados, ninguno quería hablar puntualmente del tema, si uno se derrumbaba la cosa iba a estar más difícil. Han sido las dos semanas más largas y difíciles de mi vida, ¿cómo se supone que te sientas? ¿Triste? Pues no porque no han confirmado nada, ¿Feliz? Pues tampoco porque no han confirmado nada. ¿Hay algo que puedas hacer para salir de esta más rápido? NO. Confianza, paciencia, calma; es todo. Le menté la madre a todos los seres humanos que en algún momento han dicho “es como el embarazo, estás o no estás embarazada, no hay medias tintas” y quería tener un megáfono que dijera: SI HAY MEDIAS TINTAS IDIOTA.

Me volví una especie de robot que funcionaba básicamente por mi pequeño Leo, que me veía con cara de: a esta mujer algo le pasa. Los momentos donde no estaba con él, pues lloraba, y buscaba hacer mi vida para distraerme, había días que lo lograba, otros que no. Me urgía que llegara la noche, que era cuando todo estaba en silencio y yo podía hablar con Dios, preguntarle qué estaba pasando. Los fines de semana era un bulto tirado en el sillón. Los síntomas se incrementaron de manera exponencial, mi cansancio me impedía poner atención a algo, o moverme. Mi cabeza estaba revuelta, mareada, cansada, me dolía el pecho y bendecía cada náusea porque eso indicaba que había hormona, y si había hormona, había esperanza.

Llegamos a la cita con el Doctor hechos pomada, él se dio cuenta porque lo primero que hizo al verme entrar por la puerta llorando fue subirme a la camilla para hacer el ultrasonido. Su pantalla está en el techo entonces yo no sabía si quería ver o no, entrecerré los ojos y los abrí porque me sobresaltó el grito de Alex: ¡AHÍ ESTÁ!, ESE ES SU CORAZÓN… veía borroso, estoy segura que hice una inhalación profunda después de dos semanas, y escuchamos el sonido más hermoso del Universo: su corazón, era un latido pero a mi me dijo: mamá, papá ¡aquí estoy! Ya no estés triste, mira, mi corazón late fuerte y vamos a estar bien.

Ese día aprendí cosas que tal vez me hubiera llevado años entender y aprender: el amor a un hijo surge desde el primer instante que sabes que está ahí, y es poderoso, es de ese amor que arrasa, que quema, que te da fuerza y que somos incapaces de controlar lo que sea, creemos que controlamos cosas, pero no es así, y el fluir con la vida a veces es más difícil porque, como decía una maestra, los huevos no son al gusto.

Ese día recé con más ahínco que nunca por todas las madres del mundo que han perdido un hijo, en la etapa que sea, de la forma que sea; porque a pesar de que mi experiencia fue difícil, no se compara con la suya y admiré su valor, su fuerza y entendí que no hay de otra, el amor es lo que las mantiene vivas.

“Casualmente” pasando esos días, mis síntomas fueron disminuyendo, coincidía con el número de semanas, la reducción de la hormona de manera natural y CLARO que sabía que estaba 100% embarazada. Esperamos un poco más para darle la noticia a Leo, y esperamos un poco más para darla a conocer al mundo, aunque honestamente, mi panza ya no se veía como de colitis para ese momento.

Me siento muy diferente, claro que cada experiencia que tenemos en la vida es distinta, aunque la queramos meter al frasco de “esta ya me la sé”, siempre hay algo que cambia, porque cada experiencia enseña, si no qué chiste tendría vivir.

Las náuseas se han ido, ha llegado la gordura (el cuerpo se va de gorda en tobogán cuando ya sabe que está embarazado otra vez, jaja), el dolor de espalda y el sueño y cansancio al parecer llegaron para quedarse. Todos los días hablo con el bebé, le cuento que estamos haciendo, siento cómo salta al escuchar a su hermano mayor y a su papá, me siento bendecida, es como si de todas las posibilidades del Universo me hubiera quedado con la ganadora. Muy atrás quedaron esos pensamientos de qué voy a hacer cuando nazca, honestamente aprendí a disfrutar el momento, el instante; aprendí a valorar más la vida, ya no tengo prisa, ya voy despacito.

Cuando alguien me pregunta: ¿y ya saben que es? Yo creo que es niña/niño porque bla bla bla, yo sonrío, y respondo: aún no sabemos. Y en mi cabeza y mi corazón resuena una frase extra: “lo único que pido es que sea un bebé sano, fuerte y feliz, sus genitales, son cosa suya”.

Así han sido nuestros primeros 3 meses juntos, intensos, llenos de adrenalina, de llanto, de risa, de asco, de enojo, de amor… y deseo con toda el alma poderte contar esta historia millones de veces (como hacemos las mamás) una vez que te tenga en mis brazos.  






martes, 1 de agosto de 2017

¡Bruja!


Quería comenzar mi post con algo como sacado del diccionario, busqué en varias fuentes (incluyendo Wikipedia) la palabra BRUJA, y me encontré con muchísimas definiciones, desde asociación con la magia, de dónde viene la palabra y lo que supuestamente significa, también en la RAE hablan de personas que tienen asociaciones con el diablo o que "supuestamente" tienen poderes adivinatorios, o sea para serles franca el replicar esas cosas me parece de mal gusto pero sobre todo es como seguir preservando esa idea que claramente tiene raíces de desconocimiento y miedo, porque en realidad el miedo es desconocimiento. 

Ya les he platicado que yo crecí rodeada de esos conceptos, las limpias, las hierbas, el mal de ojo, el empacho (que ya va a salir un libro donde científicamente comprueban que el masaje de empacho está asociado a meridianos del cuerpo que desintoxican y movilizan los intestinos y a la acupuntura, pero bueno, eso luego) y de alguna manera me es mucho más sencillo integrar esos conceptos a mi vida, y a pesar de que durante mucho tiempo me olvidé francamente de todo eso, siempre estuvo ahí.

Es común en lugares como Salvatierra (de donde tengo raíces) escuchar las leyendas de las brujas, de esas bolas de fuego que andan en los cerros danzando, esperando que todos se vayan a dormir para empezar a cazar almas inocentes, de enterarte que Don Pancho se volvió alcohólico porque su ex lo cachó con otra y lo amarró y lo aventó en una botella de aguardiente, de las brujerías en general. Pero analizando la verdad es que existe un placer culposo en todos por querer saber más y a la vez no, por miedo, por la certeza científica o mental de que esas cosas no existen; y honestamente creo que la religión tiene bastante que ver en esa difamación generalizada que se ha hecho hacia las brujas. Y aquí tampoco quiero como generar polémica, existe como siempre la dualidad, existen personas dedicadas a hacer algún tipo de daño a otros, pero esa es otra historia, algo que puedo reconocer sin juicio, respetar y honrar, porque también tiene su chiste, también implica mucho trabajo, también son canales, también son parte del todo, y también están recorriendo este camino de aprendizaje y hacen su aportación. 

En pocos o ningún tipo de leyenda, cuento, historia, artículo se menciona la influencia de las brujas en las sociedades a través de la historia, de su capacidad de curar el cuerpo y el alma, su energía que emana empatía, calidez, carentes de juicio, capaces de ver entre velos dimensionales, libres para elegir nuevos rumbos, caminos, carentes de apegos, llenas de olor a tierra, hierbas y luna. 

Cuando empecé a estudiar toda esta onda energética, a conocer el Tarot, las religiones, pero sobre todo cuando comencé a estudiar Magia como tal (y a la fecha) mucha gente a mi al rededor comenzó a cuestionar, ya ven que nos encanta estar de metiches, que si de verdad creo en esas cosas, gente se burló en mi cara y a mis espaldas, hubo quien se alejó "que miedo la bruja", pero sobre todo llegaron a mi vida personas que también eligieron recorrer este camino y que tienen historias que cada una podría escribir un libro, ahí luego si se dejan les hago mínimo una entrada a cada una.

Total que hoy estaba en un aquelarre, o como solemos llamarle, desayuno de amigas para que no se oiga tan fuerte. Todas las que estábamos ahí hemos de alguna forma u otra experimentado la magia en nuestra vida, y también hemos pasado por experiencias complicadas, retos, vivencias fuertes, enfermedades, crisis, juicios, retos y pruebas que muchas veces nos han hecho dudar de lo que somos, y por que así lo decidieron nuestras almas nos encontramos acá de nuevo... y de repente surgió la pregunta: ¿qué es una bruja? y yo para variar, observé. Revisé cautelosamente las reacciones de todas, las palabras que brotaban de cada una eran algo que construyó algo mágico: amor, autoconocimiento, conexión, no juicio, fuerza, sabiduría. En ningún momento alguien dijo: diablo, hechizos malvados, conjuros, sangre de niños pequeños... y entonces se cerró el tema, sacamos los oráculos y empezamos las lecturas y los consejos, el café, el pastel, las risas fuertes, las lágrimas y nos dedicamos a tratar de entendernos mejor. 

Lo que no se expresó con palabras pero si en el ambiente fue algo así como: una bruja (o brujo) es una persona conectada consigo misma, una persona capaz de reconocer y honrar sus emociones, capaz de reinventarse después de haber sufrido, gritado, llorado y entendido que es momento de seguir caminando, es alguien que conoce de plantas y árboles, y tierra y sol, de agua y mar, de bosques y piedras, porque los ha reconocido dentro de su propio ser, es alguien que se levanta y antes de abrir los ojos agradece la vida, y escucha hablar el viento, y los árboles, y se descalza para sentir la energía de la tierra y sincronizar sus latidos a ella, una bruja desborda compasión, porque sabe que el camino es largo, los aprendizajes constantes y la humildad un requisito, una bruja es capaz de entrar en tu cabeza por tus ojos y con su escoba barrer y barrer hasta que tu luz comience a brillar y te permitas reconocerla y sentirla, una bruja es humana, más humana que nadie, llora como nadie, grita como nadie, se enoja como nadie, ama como nadie, porque sus emociones están a flor de piel, porque no se limita, porque se permite ser libre, una bruja no miente, es honesta, es directa, una bruja siempre va a tratar de aportar algo a tu vida, un consejo, un costalito o botella mágico, una vela, es esa persona que despierta preocupada por el sueño de la noche y envía luz y energía para aquellos que soñó, una bruja es alegre y su risa puede hacer que brillen más los colores, pero su tristeza puede hacer granizar. Una bruja es capaz de amar tanto y tan fuerte porque sabe que el amor es la fuerza más poderosa del universo, y que en medida que se ame, se acepte y se respete esa energía se desborda y se imprime en el Universo y todos los que habitan en él, una bruja no se daña y en esa medida no daña a nadie, una bruja busca dentro de sí las energías correspondientes para poder enfrentar cualquier situación, y sabe reconocer cuando se equivoca, y escribe y quema todo lo que deba ser quemado. Una bruja no va a la Iglesia, y no porque eche humo o le gire la cabeza, o porque no crea en Dios; si no porque ya lo encontró justo adentro de ella, y ahí se pone a tomar café, y le dice lo que siente, y a veces se enoja con él y otras veces lo abraza, porque tiene la certeza de su presencia Divina, de su amor incondicional, y sabe que es equilibrio.

Desde que comencé en esto, me he dedicado a contarles que la experiencia de la magia es un camino de autoconocimiento que implica enfrentarse a demonios internos y seguramente de ahí se agarraron para decir que haces pactos con el diablo, y en realidad, así como Dios o el todo o como le llamen vive dentro, pues también el otro brother y cada quien alimenta el que más le suene y le sirva, entonces, de alguna manera se aprende a reconocer los demonios internos y se les da cabida sin juzgarlos, aprendiendo a vivir con ellos y abrazarlos, porque a veces lo único que necesitan es un apapacho. 

Alguna vez platicando con una gran bruja que conozco que ha atravesado infiernos en esta tierra y salido revolcada pero viva y más sabia, me decía que siempre en los cuentos hay una bruja, que es la antítesis de la princesa que debe ser salvada, es esa mujer poderosa llena de magia y hechizos, sola, mandona, que busca apoderarse de la princesa en cuestión para lograr algo y que en realidad cualquier mujer que tenga esas cualidades en realidad si es una bruja, sabe qué quiere, cómo lo quiere y a dónde va, claro... exagerado para que te de miedo y la rechaces, pero en realidad no puedes rechazar algo que vive en ti, eso es solo ilusorio. Todos estamos en un camino de aprendizaje, algunos lo hemos elegido más abiertamente y hemos dedicado toda o parte de nuestra vida al servicio de la comunidad, y hay otros que simplemente lo hacen como un trabajo personal, cada vez que enfrentas un miedo, que transmutas alguna emoción, cuando reconoces que vas por un camino que no te late y decides cambiar, cuando te amas más a ti que a nadie más, cuando decides que si quieres hacer y tener en tu vida, cuando sabes tu poder, cuando no te vendes, cuando te eres fiel, cuando te vale lo que los demás dicen de ti, cuando te demuestras a cada instante que eres más y que puedes inventarte de nuevo si no te gusta, estás haciendo magia, y cuando además de eso contribuyes al Universo de manera consciente, te tengo noticias, eres una bruja.

Así que sin ganas de pelearme con la historia, ni de cambiar las manipulaciones secretas de poder sobre las mentes, quisiera solamente decir que las brujas somos eso y somos más, y a veces en la sombra o a veces en la luz nos reconocemos, honramos y avanzamos. Estoy segura que la mayoría de la gente nos encasilla como Madame Zazú, porque le "atinamos" a lo que decimos, porque nuestros mensajes son certeros, porque tenemos tarots, porque tenemos oráculos, porque presentimos o vemos cosas que otros no, pero en realidad todo eso lo puede hacer todo el mundo, pero lo hemos olvidado, hemos olvidado que estamos hechos de tierra y de polvo de estrellas, que por nuestas venas corre la sangre como el agua por los ríos, que nuestros pensamientos son vientos ligeros o tornados, que nuestro espíritu es ese fuego que nos mueve, que estamos conectados a todo y a todos, que somos todo y nada, que vamos avanzando y que ya no estamos para tener miedo de lo que nuestros ojos humanos no alcanzan a ver. 

Hace unas semanas puse una promoción en FB de una lectura de tarot con mensaje de ángeles. Esos posts son de los que menos "likes" tienen, comparado con los mensajes gratuitos que doy a veces o mis locuras que comparto, sin embargo el impacto es brutal, mi inbox y whatsapp se van llenando de personas que me piden ser discreta y me piden una lectura. Yo no juzgo, antes era por las noches entre cabañas y mensajeros en papel, atrás de las iglesias y de los templos; la historia es igual, acudimos en secreto a buscar respuestas que nuestras almas y mentes necesitan para seguir, necesitamos esa certeza, esa magia, esa luz, necesitamos de una bruja o curandera, una sanadora, un canal, necesitamos que alguien nos recuerde que somos dueños de nuestros destinos, creadores de nuestras vidas y que si para que eso suceda se debe seguir la tradición de hacerlo en secreto, que así sea. 

No me ofende que me digan bruja, ni que se rían de mi o de mis creencias, al contrario, es un orgullo saber que empecé a dar pasos conscientes, que pertenezco a ese grupo de personas que desde su perspectiva y conocimiento pueden dar curiosidad por las cosas que hacen, que pueden sembrar una semilla de luz que ayude a las personas a recordar qué son y para qué están aquí, para que duerman tranquilas o reafirmen que van bien; y estoy segura que a estas mujeres y hombres que me reencuentro en el camino con esa misma mirada y risa fuerte tampoco les importa, porque nos reconocemos, porque estamos concentrados en seguir, en entender más, en conocernos más, en aportar más, desde el alma, con la certeza de que en otras vidas y otros tiempos también lo hicimos ya, y que no estamos solos, que venimos a reencontrarnos aquí y ahora, para seguir recordando y seguir aprendiendo, porque hay vínculos que van más allá de la sangre, que nos unen, que nos llaman, mientras nuestras almas danzan al ritmo que va marcando el Universo con olor a café, a lluvia y a recuerdos. 



jueves, 1 de junio de 2017

Ser "espiritual" (así es, desde mi perspectiva).


Tenía tiempo tratando de escribir esto, porque creo que existen muchísimos mitos y cosas al rededor de lo que es ser espiritual. Honestamente no cuento con tantos estudios ni cosas que me avalen como para hablar de espiritualidad, siento que me encuentro en el camino y he aprendido y entendido lo mínimo como para atreverme a hacerlo, y pues ya está.

En realidad, pasé los últimos 15 años de mi vida tratando de "pulir" a la Adriana que era para convertirme en algo diferente, esa imagen de persona más centrada, más calmada, con voz serena, con la mente quieta, esa gente que camina por la calle y los árboles la saludan, personas que están en paz con el mundo, y cosas así padres de las películas, pero pues la verdad es que lo llevo fatal. ¿Por qué? bueno, pues en primera porque no me da la vida para hacer mis 3 meditaciones diarias, comer orgánico, cantar mantras tibetanos y hacer yoga (y porque no creo que eso en realidad sea lo que te "ilumina", si no una moda padre que hace sentir mejor a quienes la siguen) y en segunda porque durante estos años he aprendido algo que al menos a mi me funciona: ser espiritual es ser tú, estar en contacto con lo que eres y sentirte cómodo con eso. En realidad eso implica que... la Adriana compasiva, humilde, graciosa, atenta, amorosa, cálida y servicial DEBE darle la mano a la Adriana enojona, peleonera, gritona, poco tolerante, egocéntrica, sangrona, criticona, burlona y chismosa Y no solo eso, si no que también deben caerse bien. Y créanme que lograrlo cuesta y mucho, yo no he podido mantenerlo, de repente veo la luz y de repente me empiezo a pelear con eso de nuevo. ¿Por qué? Pues porque nos han enseñado que debemos ser solamente la parte más luminosa de nuestro ser y alcanzarlo a través de herramientas milenarias o no tanto, pero por fortuna para algunos y desgracia para otros, al tener un cuerpo físico, la cosa cambia y tenemos entonces una bola de cosas empezando por el ego que aparecen y sentimos que debemos trabajar para ser mejores. 

Es decir, todo se resume a que los "espirituales" deben ser personas muy centradas, en postura de montaña, con sonrisa, y sus vidas deben ser perfectas, sus palabras sabias, sus corazones rebozantes de amor y sus pensamientos positivos, pacíficos y sobre todo suaves y ordenados. En el tíbet igual hay algunos cuantos, pero en la realidad, pues las cosas cambian. 

El otro día platicaba con una amiga a la que le doy terapias cada semana, un caso espectacular, ya si me deja, luego les cuento su historia... pero por hoy me limitaré a citarla: "no tengo ganas de meditar ni de estar contenta, quiero estar enojada, y no puedo porque siento que la gente espera otra cosa de mi..." y me identifiqué perfecto con ella. La respuesta que me salió en automático, no se si me la dictaron, o la dijo esa parte de mi que se identificó fue: "deja de comprarte lo que la gente define sobre como debes ser". Y eso nos llevó a que me dijera que había una parte de mi que le causaba "ruido", es decir: ¿cómo esta mujer que viene y me habla del Universo, la expansión, la vida postea en FB cosas irónicas, enojadas, o se muere de risa de los demás, dónde está lo espiritual, que es esa dualidad?" y estoy que se los firmo que esa impresión tiene la mayoría de la gente de mi. 

Hace como 2 años estudié para Angeloterapeuta, y a los pocos meses comencé mi curso de Magia Natural. A mi se me hizo un paso "lógico", o sea, energía, Universo, buena vibra... pero más de 1 personas me dijo que cómo estaba metiéndome en cosas del diablo si ya había empezado con los ángeles. Total que (para variar) ignoré los comentarios, y comencé un camino increíble de auto conocimiento y aprendizaje, y mi alma se volvió más plena y feliz. Hay millones de maneras de contactar con lo que somos, de sanar. Hay quienes me dicen es que necesito un angeloterapeuta que me diga lo que mi angel me quiere decir sobre equis o y tema... es que fulano es super bueno porque te dice tal cosa, o te traduce equis o y, o el oráculo. Y está padre, a mi me gusta que la gente que va conmigo se de cuenta que no necesita intermediarios si lo que busca son mensajes. En mi experiencia acudimos con personas que nos ayudan y guían para descargar, retomar y continuar; pero en mi experiencia también, buscamos gente "espiritual de verdad", gente a la que no vemos reir o llorar, gente que no sabemos si le mentó la madre al del micro que se le cerró, buscamos (o suponemos) que sus vidas son perfectas, porque eso es lo que buscamos en nosotros. Pero eso, no existe. Porque lo que alcanzamos a ver o saber de ellos es solamente lo que es permitido en una relación terapeuta/paciente, lo cual es mínimo, y está bien, pero, estar en este rollo implica compromiso, implica sanar primero TÚ, implica echarle ganas todos los días para ser una mejor versión, o no, y vivir en paz con eso, implica conocer tus demonios y abrazarlos, y para conocerlos hay que liberarlos. 

La verdadera gente espiritual es gente normal. Gente que se ríe fuerte, y que llora más fuerte todavía, gente que es capaz de mostrarse tal cual es, porque se acepta y reconoce de tal forma que no le importa mostrarse vulnerable, la verdadera gente espiritual no tiene vida perfecta, es gente que le tupe todos los días, es gente que sonríe a quien lo necesita, ayuda a quien lo solicita, gente que escucha y ayuda, que regala abrazos, comida, momentos. Claro que si además de eso levita y no come desde 1995 y viste de blanco impecable y habla con toda clase de seres cósmicos, pues chido! pero vivimos una realidad donde nos topamos con gente "espiritual" todo el tiempo, solamente que nuestros juicios y conceptos nos llevan a buscar falsos ídolos que sean mejores que nosotros, para que podamos confiar en que nos pueden ayudar de alguna manera. 

La gente espiritual es congruente, es honesta, es directa, porque su camino tal vez no haya sido sencillo y sabe que no está para seguir permitiendo cosas que los alejen de lo que son. La gente espiritual está en paz con la vida, y vaya que la vida les ha soltado bastantes chingadazos. Esa es la gente que debes buscar, es la gente que no vive desde el ego de "saber más" o haber recorrido un camino equis, o meditar en un segundo, o que te vende su estilo de vida como si fuera mejor que el tuyo. La gente espiritual va aprendiendo, va observando, evolucionando. No solamente comparte frases lindas de superación y autoayuda, las vive. No comparte juicios, es tan valiente que puede echar a la basura todas sus creencias y su concepto del deber ser y volver a inventarse. 

Así que si, desde mi perspectiva, se vale echarle ganas, ser mejor, soltar cosas, pulir otras, pero también se vale disfrutar, se vale ir a tomar tragos, bailar, reir, cantar, se vale no querer meditar, se vale pelear, se vale ir a volar con ángeles y regresar montando dragones; porque de eso se trata el viaje, de sumar a tu experiencia, de aportar lo que tengas que aportar y de divertirte en el camino. 

Si, doy terapias de sanación y si, veo netflix comiendo papitas, me enojo mucho y grito de repente, hablo mucho con Dios últimamente, y tengo miedos, y temas no resueltos, cosas que trabajar y cosas que elijo no trabajar, tengo un cuerpo que a veces se cansa, o se enferma, trato diario de ser una versión más apegada a lo que soy, a veces lo logro y a veces no. Tal vez eso suene incongruente, o tal vez lo sea, pero definitivamente esta dualidad es lo que hay, es lo que se acepta y es lo que se comparte. 

Así que la próxima vez que creas que tu maestro de yoga nunca le da diarrea, o que tu guía de meditación jamás se enoja, te invito a revisar tus conceptos, a atreverte a disfrutarte, porque en realidad todos somos espirituales. Ese momento de plenitud que tienes cuando acabas de terminar una carrera, tu rutina de ejercicio, cuando lograste hacer eso que tanto trabajo te había costado, cuando eres capaz de verte al espejo a los ojos y sonreir, ese instante cuando el de la combi te sonríe y te deja pasar, esa sensación cuando ves el cielo, cuando estás frente a una pintura maravillosa, ese primer trago de café en la mañana, ese abrazo, ese beso, esa manita (o patita) que te despierta, la sensación del agua cuando te bañas, esa mordida de tu postre favorito, ese segundo donde te permites sentir (te), eso también es ser espiritual, porque estás siendo tu en su máxima expresión. 

Y si me equivoco, pues ya estaré repitiendo año, porque lo bailado, lo reido y lo peleado nadie me lo quita. Aho.

miércoles, 19 de abril de 2017

El costo de la libertad laboral.


Últimamente varias personas me han contactado de manera privada para compartirme que están a punto de renunciar a la vida corporativa o a una empresa en la que llevan años y empezar de nuevo en otro lado, haciendo otra cosa, un nuevo negocio o rumbo. Muchos me escriben para pedirme algún consejo sobre cómo sobrellevarlo, y muchos me felicitan por haber tomado la decisión que tomé.

Mi respuesta, con algunas variaciones, es la misma casi siempre: no es fácil. No es fácil porque socialmente estamos muy amaestrados, estamos demasiado enganchados con nuestra zona de confort, con lo seguro, con la quincena, el bono y el aguinaldo, pero también tenemos miedo.

De acuerdo a muchas disciplinas energéticas que he tenido la oportunidad de conocer, el miedo es lo peor que te puede pasar, porque el miedo paraliza. Es una fuerza mas o menos conocida que se va apropiando de tu mente, de tus emociones, de tu cuerpo. ¿A qué le tiene miedo la gente que no es feliz en su trabajo y no renuncia de una vez por todas? UFFF!! Pues a todo! Uno de los miedos más profundos claro, es el sustento. Es básico, lo dijo Maslow. Quiero aprovechar para hacer un paréntesis, porque si bien yo tomé la decisión de saltar, siempre he tenido a mi patrocinador oficial, Alejandro me ha apoyado en todo y ha metido el hombro en la mayor parte de los gastos de la casa, y eso OBVIAMENTE es un gran paro. Pero ¿qué pasa si no tengo un Alejandro que salga al quite? Para eso se requieren dos cosas básicas: saber a dónde voy y contar con un colchón financiero que me permita mantenerme a flote (comiendo, pagando hipoteca o renta, coche, darme mis gustos de vez en cuando) por lo menos 3 años, ya de perdis 1.

Desde que yo me di cuenta que no era feliz, me dediqué a guardar y ahorrar algo, lo que fuera, para poder tener un tiempo dándome un estilo de vida lo más similar al que tenía en mi último trabajo, con mi último sueldo. Debo decirles que esto no es fácil, porque hay gastos que no prevemos (en mi caso, por ejemplo el de un hijo). En cuanto tomé la decisión de renunciar, comencé a liquidar y cancelar tarjetas de crédito, empecé a bajar la deuda y establecer claramente que si y que no. Por ejemplo: SI a lo NECESARIO, NO a lo que puede esperar. No se trata de volverte un amarrado que no compra nada o no va ni a la esquina, o no viaja, se trata de ELEGIR. A pesar de todo esto, la angustia de ver que ese colchón va bajando es terrible. A la fecha, y lo platicaba con un amigo el otro día, me cuesta trabajo ir ajustando mis ingresos y mis gastos, y cuando me preguntan qué es lo que más extraño del mundo laboral sin duda respondo: mi aguinaldo, mi prima vacacional, el bono, la quincena y el coche.

Pero eso JAMÁS debería ser un freno para decidir seguir adelante con los sueños y los planes, porque ahí es donde entra la otra parte: ¿A dónde voy? Ya no me gusta esta empresa por x o y razón, pues me muevo! Busco algo donde si me sienta feliz de Godinear. Ya no me interesa el mundo corporativo, me voy a independizar. Sea como freelance, innovador, microempresario, mimo o terapeuta transpersonal, necesitas UN PLAN. Yo empecé a tomar cursos, certificarme y prepararme desde antes de dejar de trabajar, estudié disciplinas que me ayudaron a sanar primero y que siempre supe que me ayudarían a sanar a otros, y decidí que cualquier cosa, de ahí podría sacar para sobrevivir. Es decir, si quieres renunciar para poner una fonda de carnitas, pues te invito a prepararte y tomar cursos sobre como hacer carnitas, y practicar, y fallar, y equivocarte, y a buscar el nombre, el logo, el lugar, tal vez un socio, hacer tus proyecciones, buscar proveedores… accionarte, y hacerlo desde un lugar seguro, en un escenario ideal, la empresa donde hoy estás te está patrocinando, usa tus tardes y noches y fines de semana para alimentar y gestar TU PLAN. Estando de este lado he visto muchas historias de éxito de personas que saltan, pero también he visto quienes después de intentarlo un tiempo descubren que faltaba algo más, y vuelven al mundo corporativo.

Esto nos da pie al Miedo ·2: FRACASAR. Nos aterra fracasar. A mi me aterra pensar que en algún punto tenga que agacharme y regresar a trabajar a un mundo corporativo donde sé que claramente no soy feliz. Pero y si tuviera que hacerlo… ¿qué pasaría? Pues en realidad NADA. Nos da tanto miedo fracasar que preferimos no intentar. ¿Qué va a decir mi familia? ¿Y mis colegas? ¿Y mis conocidos con acceso restringido en Facebook? Que soy un perdedor, un mediocre, un conformista… Es que ya escuché tantas historias de cómo SI voy a fracasar que ni siquiera me acuerdo dónde estaba ese sueño y esas ganas de largarme y empezar de cero.

Si estás pensando en independizarte, te tengo noticias: vas a fracasar. Te vas a equivocar, y vas a llorar, y gritar y te vas a culpar, y vas a querer regresar el tiempo y tomar una decisión diferente. Eso va a pasar. Y puedes ser del porcentaje que se queda ahí, que fracasa y no se da permiso y se rinde. O, puedes ser de aquellos que deciden aprender y volverlo a intentar, de manera diferente.  Hace 1 año abrí mi primer curso: TAROT. Yo estaba muy ilusionada, ya me veía frente a un grupo de personas dando el curso y preparé todo. Nadie se inscribió. Todavía me acuerdo y me da esa sensación de pobre diablez que hace mucho no sentía. ¿Pero qué hice mal? Pues quien sabe. De repente todos los que estaban interesados ya no pudieron tomarlo: FRACASO.  Elegí seguir preparándome, enfocarme en dar más terapias, entender más el tarot, entender que el fracaso sucede y aceptarlo. Tal vez este año abra otro curso, y tal vez llegue 1 sola persona, pero estoy segura que lo que aprendí no lo iba a aprender en ningún cursillo de Harvard sobre tolerancia a la frustración.

Prepárate para fracasar, para que las cosas vayan lentas, para la competencia, para el entorno, prepárate para que esos tacos de carnitas que tu tía dijo que eran los mejores del mundo tengan que tener un ajuste, porque así es, así funciona. Si no estás listo para hundirte y automentarte la madre por haber elegido diferente, te recomiendo dar un paso atrás y repensar tu plan.

Pero ¿qué pasa cuando ya fracasaste, aprendiste y empezaste de nuevo? Ah pues otro miedo, tal vez más fuerte que el anterior: ·EL MIEDO A TRIUNFAR. Y seguro muchos dirán ay por favor ¿cómo tendría miedo a triunfar? Pues si, porque si triunfas, vendrán más retos, dejarás de ser invisible y te convertirás en un “ejemplo”, habrás levantado la vara, te tendrás que esforzar más, porque serás un líder o un ejemplo, serás un competidor al cual alcanzar, porque te vas a tener que levantar más temprano, y chingarle más, porque eso es lo que toca. Y por desgracia, mucha gente no está preparada o dispuesta a dar MÁS.  He escuchado quien dice que mejor un negocio pequeño, que le alcance para comer y ya. Que tal que crece tanto que se le sale de las manos, qué tal que la inseguridad, qué tal que… MIEDO.

Después, otro miedo por el que he pasado es el MIEDO al qué dirán. Que va muy de la mano con el tema del fracaso. ¿qué dirá mi familia? ¿y mi jefe? ¿Qué va a decir el vecino? ¿Y los “colegas” de la oficina? Yo quiero que digan que soy muy fregón y tengo lo que hace falta para triunfar, y lo voy a lograr, para que vean que si puedo, que si se puede (porque si no, qué miedo! Que vergüenza). Cuando renuncié a mi último trabajo, la directora Global con quien hablé un tiempo después casi escupió el refresco al escuchar que iba a renunciar porque (además de ser mamá, lo cual ya es demasiado satanizado) quería ser terapeuta holística. Me preguntó toda clase de cosas en un tono de ¿cómo te atreves? Estás segura que estás bien de la cabeza? Tu tienes un puesto regional, un coche, un sueldo, ¿neta vas a dejar todo por un sueño guajiro de “ayudar” a otros que la pasaron igual o peor que tu? … SI. Y me vale madres (no se como se diga en inglés, así que lo dejé en SI). Si, porque ya me cansé de escuchar las maravillas de ser asalariada y ya nutrí mi ser de intentos variados de convencerme de que está bien cuando todo mi cuerpo y mi corazón me gritan que NO está bien.  A lo largo de estos 3 años mucha mucha gente me ha preguntado que si no siento que desperdicio mi “talento” (what, jamás fui empleada del mes, ni en Mc Donalds!! Jaja), que si no es un desperdicio haber estudiado en el TEC de MONTERREY y ser mención honorífica, que si no me frustra no ser completamente independiente. Si yo hubiera escuchado a toda esa gente, hoy estaría afuera de Rubén Darío tocando la puerta pidiendo volver aunque sea como Becaria de Intendencia. La gente va a hablar, bajo sus criterios y normas de “éxito” cada quien tendrá una opinión y “consejo”. Escucha lo que te sirva y lo que no, suéltalo! La vida es TUYA. El plan o sueño es tuyo. Deja de comprarte los traumas y etiquetas de los de afuera. Deja de poner atención y de invertir energía en el qué dirán.

Aquí viene ooootro miedo: MIEDO A EQUIVOCARTE (diferente a miedo a fracasar), porque equivocarte en tus cálculos, en tus planes, tal vez tu quieres poner tu fonda de carnitas en una zona vegana, yo que sé… y este miedo es directamente proporcional a lo cerrado de tu mente. Yo me estuve peleando conmigo misma como 1 año con el tema de la repostería y la decoración de pasteles. Quiero que sepan que lloré, pataleé, aventé papeles y cosas. Cómo por qué yo me iba a poner a hacer pinches pasteles? Eso que lo haga Chepina o Buddy! Qué crees? Que en el camino, vas a descubrir habilidades que no tenías idea que tenías. Tal vez resulta que eres el MEJOR vendedor del mundo, o un gran negociador, tal vez la planeación y las proyecciones son lo tuyo! Tal vez, y digo, tal vez, eres una bala decorando pasteles. Y por qué apegarte tanto al plan original? Por qué te aterra dar un paso fuera del mapa? Porque te puedes equivocar y eso da mucho miedo. Pero no pasa nada, resulta que la decoración de los pasteles te va a dar ingresos complementarios que te ayudan a seguir alimentando el plan original. Así que… da igual, disfrútalo.

A lo largo de estos 3 años, no soy Bill Gates, ni Steve Jobs, pero soy una mujer más madura, completa, más curtida, más flexible y tolerante, más real. Mis planes se han ido frenando (los he ido frenando) para adaptarme y tener mis ratos libres de mamá, pero cuando se necesita aprieto las tuercas y va jalando. Estoy abierta a muchas posibilidades, no he cerrado muchas puertas, porque no sé que me depare el futuro, no sé a donde me lleven mis elecciones; pero hay algo que si sé: el miedo te va a paralizar, si tu se lo permites; pero también el miedo te va a impulsar, porque es uno de los demonios más obscuros y clavados que conozco, el miedo no va a desaparecer, pero es un gran aliado a la hora de elegir, y sobre todo puede convertirse en energía a tu favor, usa el miedo para empoderarte, identifica qué te detiene, confróntalo, abrázalo, agárralo de la mano y HAZLO.

El otro día leía un artículo sobre los “locos”, sobre como el mundo necesita más locos, más gente que rompa los estatutos sociales, que se atreva a perseguir su sueño, que busque ser feliz y lo intente hasta lograrlo; porque los locos son quienes equilibran al mundo, son quienes retan e inspiran a aquellos que están parados al borde del gran salto, son quienes conflictúan a esos que siguen en el sistema, son aquellos que inyectan de duda, de posibilidades.

Si eres feliz en tu trabajo, si haz encontrado el equilibrio y sabes manejarlo, felicidades. Pero si eres un inadaptado con miles de planes y sueños, que diario despierta frustrado por ir a trabajar, pero tienes un sueño, un plan, una idea… ¡no la sueltes! Hazlo en tus ratos libres, hasta que eso sea más grande que lo que haces hoy. Tal vez tu no saltaste, tal vez te empujaron, y tal vez estás en el limbo, en el vacío; recuerda que todo se origina en la nada.


Se necesita mucho valor para tomar la decisión, se necesita más valor para sostenerla; pero la satisfacción de ver que lo que te apasiona toma forma y esos saltos en el corazón cuando ves que ha valido la pena, no te los paga nadie ni con un sueldo de CEO de una empresa (que no es tuya).