viernes, 7 de noviembre de 2014

Reflexiones dentro de un probador.


¡¡Nos vamos a celebrar nuestro aniversario!!! y todo es emoción hasta que pienso: ¿qué me voy a poner en la playa?, reviso el cajón de "vacaciones" y encuentro muchos bikinis, de diferentes tallas incluyendo algunos que usé embarazada. Pero hoy ya no estoy embarazada, ni tengo el cuerpo de hace 10 años (y tampoco es que hace 10 años fuera de photoshop), pero ustedes, contemporáneas deben saberlo, las cosas cambian, y más después de tener un bebé.

No me puedo quejar, bajé los kilos que subí y un poquito más durante la cuarentena, pero aún así, no estoy tan segura que esté lista para esa exhibición. Así que corro y anuncio a los hombres de la casa que vamos de shopping, necesito un traje de baño completo. 

Llegamos a la tienda y empiezo a seleccionar diferentes modelos y entro corriendo al probador, se coló un bikini, vamos a ver... ¿Qué les pasa en los probadores? ¿Es necesaria tanta luz? Estoy segura que si fuera más tenue venderían más... y divago.

¿Qué nos pasa a las mujeres? De verdad somos muy duras con nosotras mismas y con el género. Yo honestamente siempre he pensado que me importa un comino lo que la gente piense o diga, pero a la hora de mostrar carne, las cosas cambian. No quiero sonar a campaña de Dove, pero en serio, hoy después de mucho tiempo sigo teniendo las mismas inseguridades que tenía de puberta (de haber sabido como se pondrían las cosas hubiera usado más bikinis en esas épocas). 

Me pruebo al menos 4 trajes de baño, cambio de talla, de algunos se sale carnita traviesa que quiere sol, esa que no está donde debería y hace que la tela se vea floja en otros lugares. Creo que voy a llorar. Respiro. Quiero probarme otro.

Estoy segura que ser arpía se hereda de mujer a mujer, de generación en generación, somos críticas y muy duras. No quiero entrar en mucho detalle (porque creo que es material de otro blog), pero las cosas se ponen peor una vez que tienes hijos. ¿De dónde saqué yo que ya no era apta para un bikini?, ah si claro... ya soy mamá. Las cosas cambian, el cuerpo cambia. Pero esto va más allá del cuerpo, esto habla de mi vida, mis experiencias, mi educación, incluso la religión, yo creo que todo eso se mete en el cerebro se cuela y pasa a la sangre, al ADN femenino. Eso que te hace criticarte en el espejo, buscar los defectos, y criticar a la "golfa", la "gorda", la "naca", la "flacucha", la "celulítica", la "vieja", la "aguada" de enfrente (aplica a la mujer que tengo enfrente físicamente o en un reflejo) y peor aún, eso se hereda. Y cada vez vemos más niñas queriendo cambiar su cabello, su cuerpo, y más comerciales y manifestaciones de diferentes formas en contra de las imágenes falsas. 

No se exactamente cuánto tiempo llevo en el probador. Es un tema delicado, las imagenes pasan por mi cabeza, tengo que tomar más agua, hacer más ejercicio, ese muffin de ahí seguro ni con eso se quita... 

Somos malas, somos duras y críticas y tristemente descubrí que mientras más dura y mala seas, más te exiges. He escuchado toda la vida mujeres diciendo: mira esa vieja, vestida como golfa, mira la celulitis, ya viste los gordos de la espalda, etc... pero jamás he escuchado un hombre (heterosexual, con disculpa de mis amigos gays que amo con locura) diciendo: ufff ya viste esa mujerzuela, que pantalones tan pegados, se le ven los calzones! o ¿que tal su celulitis? , ¿ya vieron el escote que trae, qué se cree esa ramera?. Esto mujeres, no lo hacemos por los hombres. Creemos que lo hacemos por ellos, pero no es así, ni siquiera por nosotras. Esto lo hacemos por otras mujeres. Esas mujeres que nos ven y nos señalan. 

Me doy cuenta que dentro de los trajes de baño, se coló un bikini. ¡Está muy lindo! Pues no me cuesta nada probármelo, vamos a ver... ¡me queda! Si, hay algunas carnillas traviesas por ahí, pero me veo a los ojos, Adriana, este cuerpo acaba de parir no hace ni 6 meses estabas con una barrigota tirada en una cama pujando para dar a luz a un pequeñito de 3.6 kilos, y hoy está aquí, midiéndose un bikini de flores y barbitas, y se ve bastante bien. Empiezo a enfocarme entonces en lo positivo, los beneficios de la lactancia se notan, mis piernas largas, esa pancita al aire que agradecería bastante un poco de sol. Y entonces salgo sonriendo a que mi público diga su opinión, mi esposo sonríe y dice: te ves wow!, Leo sonríe y balbucea algo, que yo traduzco como: mami, te ves linda! (aunque sospecho que tiene más que ver con tener su comida más a la mano). 

Regreso al vestidor, me vuelvo a ver, suspiro y guardo los demás trajes de baño. Me siento responsable de romper esa cadena de ADN juicioso, es momento de crecer, de soltar, de ver en cada una de las mujeres un reflejo de algún matiz de mi propio ser; porque hoy sé mejor que nunca las batallas que todas libramos en un probador.

"Señorita, me llevo este bikini, y de paso ese mini short que le hace juego".