martes, 6 de enero de 2015

Hoy renuncié...

... y quiero contarles por qué.

Soy una mujer de 32 años, con un matrimonio de 4 y un bebé de 6 meses, orgullosamente (como pocas veces) desempleada.

Las preguntas que seguro vendrán a su mente son las mismas que he recibido desde que empecé a comentar mi decisión a algunas personas cercanas, se las voy contestando para que si se resuelve su duda pues no lea hasta el final, aunque debo decir que el final es donde todo se pone mejor.

¿Qué vas a hacer? r= Vivir.
¿De qué? r= tengo unos ahorritos, mi esposo me apoya y de un negocio que siempre soñé tener.
Vas a quedarte sin coche. r= por unos días.
Te vas a aburrir en unos días. r= esto lo dice alguien que no ha pasado solo un día con un bebé.
¿qué va a pasar con tu (abrumadora) carrera profesional en ascenso como cometa? (jaja, en realidad es: qué va a pasar con tu carrera, a secas). r= no me interesa lo que le pase a esa mujer que se levantaba en automático y manejaba, trabajaba en automático, que era gris y que soñaba con comenzar algo diferente. Esa carrera se puede retomar, o no, da igual.

Tengo 10 años de experiencia trabajando en grandes empresas de consumo masivo. Lo digo orgullosa porque de verdad me costó mucho trabajo no aventarme por las ventanas varias veces, no levantarme de mi lugar y gritar: Ahí se quedan con su changarro! y aventar la compu (en mi mente lo recreé mil veces), interrumpir una junta super importante para decir: "como dijo Bob Esponja, todo somos cacahuates", tantas y tantas cosas que tuve que contener. 

Mi numeróloga (que es de verdad impresionante) un día me dijo: "eres un espíritu rebelde, tienes un problema con la autoridad, porque tu escencia solo cree y lucha por la igualdad, y eso en este mundo es un grave problema"... y lo es. Sobre todo si trabajas para alguien.

Eso de que la vida nos pone maestros cada vez más estrictos es lo más verdadero que he experimentado. En mi primer trabajo en McDonald´s, tenía 16 años. Era la más rápida del Oeste para los concursos de quién se come más hamburguesas, para preparar pedidos por AutoMc, pero sobre todo para escuchar y ayudar a mis compañeros. Jefes que me pedían trapear y yo decía: NO voy a trapear yo ya hice lo que me tocaba y que lo haga alguien más... es la historia de mi vida. Honestamente creo que corrí con suerte muchas veces de que no me echaran.

Cuando entré a trabajar de Becaria, (no voy a decir nombres de empresas o personas, no vaya a ser que al rato me culpen de algún suicidio, pero los personales de las historias serán reconocidos, oh si.) tenía una jefa extraña. Era una persona de esas que gritan y manotean por sus caprichos, se turnaba para ordenar a sus súbditos que le llevaran un café, que fueran por sus hijos a la escuela, una vez me llevó de chofer porque tenía cita en el hospital y no tenía donde dejar el coche. Está de más mencionar que cuando me pidió un café le hice saber que no se lo iba a llevar y que la máquina era super fácil de usar. También está de más decir que hizo lo imposible por deshacerse de mi. Era un ser pequeño, por lo cual, la maldad se concentraba, vestía como duende, ya saben, mallas verdes, falda verde, saco verde, zapatos cafés... todo un consanguíneo de Rumplestiltskin. Pero en ese mismo trabajo conocí a mis mejores compañeros de vida, y es que hoy que hago el recuento, me doy cuenta que en cada trabajo que he pisado, me he robado "colegas" para convertirlos en verdaderos amigos. Y es una de las cosas que agradezco al mundo corporativo, la gente, esa que ya muy pocos ven. 

Mis amiguitos de ahí, bailaban conmigo en los pasillos, echábamos carreritas y competencias, nos tatuábamos con bic, encerrábamos pobres incautos en la bodega y nos burlábamos juntos de todo lo que pasaba, íbamos a las 11 am por quesadillas del pasillo de la muerte y a la 1 ya teníamos hambre, íbamos por chelas un lunes, nos íbamos de fin de semana, llorábamos, gritábamos... a la fecha, esas personas están mi vida, y siguen siendo igual de importantes y graciosas, incluso se han reproducido, y sus hijos son igual de graciosos.

Total que de ahí me moví a otro trabajo, una cosa dulce, el producto muy dulce; los jefes no tanto. Y es que, no se por qué le caigo mal a las personas, por qué ensañarse con alguien, por qué querer aplastar para sentirte mejor. A punta de gritos y regaños, una mujer grande, hagan de cuenta Tronchatoro de Matilda, estuvo vigilando sigilosa, esperando mis errores (fueron muchos, muchos) para regañarme. Tenía una amiga, la bruja del sur, un ser estilo barra de nutrigrain (por el color y la consistencia) y juntas armaban reinos de terror, hablaban mal de las personas, demeritaban el trabajo que no era hecho como a ellas les gustaba, y tenían una discípula que hacía las veces de gendarme cuando ellas no estaban ahí para hacerlo. Muchas ronchas en la piel, lágrimas, ojos feos, miradas asesinas... pero también muchas muchas risas. En este empleo hice otro bonche de amigos increíble! 

Si nunca te has subido a una silla godín mientras alguien te empuja y tu saludas (corto, corto, largo) y gritas: aquí viene su reina de la primavera, no has trabajado en serio. Bailes como tongolele en los pasillos, escondernos abajo de escritorios para espantarnos, guerras de lo que fuera al ritmo de "la cumbia de los luchadores", risas contenidas en juntas, retos por 20 o 50 pesos, workshops de risas eternas, burlas, comida rica. 

En ese trabajo conocí a una mujer que cambió mucho la perspectiva que tenía sobre el mundo laboral. "Ari, esa gente es fea por dentro y por fuera porque para ellos, su única vida está aquí adentro de estas 4 paredes, es donde tienen control, donde dominan, donde mandan, afuera, son seres comunes y corrientes, y no pueden con eso, y por eso debes darles amor." Y pues nunca les di amor, les di mi renuncia echa rollito para que la pusieran dentro de una botella o algo, también una aclaración importante, el puerco espín al cual le estaba reportando era menso solo, no necesitaba mi ayuda. Recibí mi cheque y una última advertencia: "tu no tienes inteligencia emocional"...

Y así llegué a la tercera empresa. Muy seria, como 2 horas y luego pues ya empecé a darme cuenta de algo muy importante. Adriana no puede pelear con los superiores en busca de justicia e igualdad, porque Adriana está metida en un mundo donde esas palabras no existen. El juego acá se llama "ser mejor que..." y todos lo juegan lo mejor que pueden, aprenden códigos y palabras que suenan a que son super inteligentísimos emocionalmente y que son indispensables, pobrecitos, juran que son importantes para ese edificio tan bien ubicado. En fin. 

Ahí, para variar, hice más amigos! no tantos como al principio, pero si bastantes. También jugué, y canté, y grité, organicé una cacería de brujas ladronas de sombreros, también practiqué TAROT en sus oficinas con bastantes clientes para ser honesta, mandé mails de broma, instauré un rincón del dulce, porque que triste debe ser ser tan importante, ocupado y gris, el niño que está adentro gritando por que alguien lo voltee a ver, seguro agradece un poco de azúcar. 

En esta época, más que en otras, comencé a tener dudas existenciales. Adriana cambiaba de ambiente, de responsabilidades, de jefes, pero seguía sintiendo que no era suficiente. Hay algo más ahí, pero no se que es. E hice lo único que tenía a la mano, mi recurso infalible: lloré. Y así, llegaban los domingos tipo 7 pm y Adriana empezaba a llorar. ¿De verdad? Tengo que regresar mañana a la oficina, trabajar todo el día y soportar al Don este al que le reporto que por cierto es medio misógino, pero bien vestido? Voy a renunciar. Voy a meterme de mesera o algo , seguro sería más feliz. 

Y así transcurrieron varios (muchos para mi gusto) años de trabajo en grandes corporativos. Grandes tiburones, muchas lagartijas, comentarios con doble intención, evaluaciones de medio y fin de año, más objetivos, más "ponle corazón" y mientras más abría mi corazón más mal la pasaba. Hora de un cambio.

Llegamos a la última empresa, la última oportunidad. Mucha esperanza, casi toda murió en la primera semana. ¿Pero cómo, no me había cambiado de empresa? "no me hace sentido"... no puede ser que todos vengan a trabajar así, seré yo la única que sueña mientras trabaja en ser libre? en hacer algo que de verdad me ponga la piel chinita de pasión? Será que todos están tan enviciados, tan endeudados, tan tratando de demostrar que son algo que no son y que todos sabemos que no son pero nos empeñamos en ser? Comenzó la era de Curry. Un ser bastante inhumano, reacio a contestar correos (porque son tontos), al igual que las llamadas, skype, whatsapp y cualquier otro contacto humano. En un vuelo a Brasil, tuve 10 horas para pensar, y llegué a dicho país más deprimida que nunca. Estuve a 2 de regresarme y botar su pao de queisho. Pero no lo hice, me quedé a tocar fondo. 

¿Qué los viajes no son para disfrutar? Esta onda de trabajar y viajar se veía muy nice, y es lo más aburrido. Creo que esta no es la mejor decisión. Es momento de cambiar. ¿De verdad Adriana, otra vez a buscar donde ya sabes que NO está la respuesta? Bueno pues entre una duda y otra, me embaracé.

Y un día, leyendole un cuento a Leo, le dije: como puedes ver, uno debe siempre seguir sus sueños, porque es la única manera de ser feliz. Y de nuevo, lloré. ¿Cómo pretendo enseñarle a un bebé que debe seguir su corazón y la manga del muerto, si yo cada día me robotizo más? Ese día empecé, pisé acelerador a fondo e hice una lista de cursos y cosas que necesitaba para arrancar. Tener un sueño no basta, porque es muy bonito pero hasta ahí. Hay que dar los pasos para que suceda. 

Entonces, comenzaron a llegar solos, cursos, diplomados, recomendaciones, libros, videos, artículos, sueños, meditaciones, ahí está. 

En mi último empleo corporativo, aprendí mucho sobre otro tipo de persona, la gente que se ve que hace pero nomás no hace nada. También sobre quienes volcan sobre el trabajo su vida y le achacan sus mayores logros y peores decepciones, a quienes por un empleo pueden intercambiar sus vidas, seguían estando ahí los lobos esperando comerse al más débil a la menor provocación, estaba curry... pero también, como en todos lados, los amigos. La gente que todavía sonríe, que todavía sabe ser humano. Para mi, esas personas son las más valiosas en una oficina, quienes todavía son capaces de conectar. Hice más amigos, más bromas y juegos, ya no tantos, o al menos no tantos como yo quisiera, pero conocí muchas más historias de vida, de esas que me encantan.

Ya estando de maternity leave, un día estaba leyendo sobre regresiones vev (vida entre vidas), una cosa tremenda que luego les voy a contar, y me puse a hacer una lista sobre las cosas que había aprendido en 10 años en el mundo corporativo. Por más veces que arrancaba la lista, siempre terminaba escribiendo cosas sobre emociones, sobre historias, sobre gente. Seguramente en algo soy buena en la chamba, si me gira, tengo carácter y no estoy mensa, aprendí de procesos, de estrategia, pero eso saliendo de los edificios se multiplica por cero. Lo que se queda es lo humano, lo real, lo que nadie inventa o mide, o pone en ppt, que no se firma y no es medible ni controlable, el que se sienta enfrente.

Amo a mi hijo, pero Leo no es más que el pretexto más hermoso para lanzarme a la aventura que postergué años. Estar tiempo con el es como una recompensa, un pago adelantado, un bono. Estar con él no es un sacrificio, es un honor. Pero la verdad, es que este momento de mi vida, estaba escrito en algún lado, y llegó el punto en el que no pude seguir ignorándolo. 

Tengo una frase que dice: "Que hermoso sería si todos coordináramos nuestros pasos al ritmo de los latidos de nuestro corazón". Y bueno, hoy el mio retumba, baila zamba y zapateado, el Son de la Negra y salsa. Está lleno de agradecimiento con los duendes, los ogros, los tronchatoros, las brujas del este, oeste y sur, los espinitos, las princesas, los jabalíes y todos los personajes que aparecieron en mi vida en estos 10 años, porque sin ellos, seguiría buscándome entre juntas interminables de pláticas sin sentido ni fin, estaría llenando presupuestos de millones de trillones (que por cierto se me pierde que da gusto), estaría midiendo mi desempeño con objetivos y no con sonrisas, como me gusta.

Así que, si, hoy renuncié. ¿Por qué? bueno, porque yo creo que el cambio en el mundo se hace un paso a la vez, y estoy muy segura que el paso que dí va a retumbar y moverá aunque sea poquito a otros y para mi, eso ya es ganancia. No estoy diciendo que todos renuncien, porque además yo creo que hay quienes lo llevan perfecto, sea su sueño o no trabajar en un corporativo hay quienes se dan tiempo para sentir su sueño.

Hoy inicia una nueva etapa en mi vida, de una Adriana más valiente, más arriesgada, también más asustada. Mi deseo es arrancar con mi proyecto lo antes posible, porque una vez en un ejercicio (también en un corporativo) me pidieron escribir mi propósito y misión de vida, y yo sin pensarlo escribí: "Mi propósito en la vida es dejar un pedacito de mi en cada persona que conozco, porque así ellos van a sonreir, y yo, voy a ser feliz" y bueno, no puedo defraudar a la niña pecosa de colitas que me dictó eso.

Soñar es fácil. Luchar por hacer un sueño realidad es vivir. 

lunes, 5 de enero de 2015

Carta a un pediatra.



Desde que nació mi hijo, me he dado cuenta del real impacto que tiene un médico. No solamente es la salud o incluso tu vida lo que está en sus manos, es tu estabilidad emocional, tu entereza como ser humano. 

Por azares del destino, vivimos un episodio que hoy se ve borroso a los pocos días de nacido Leo. Un pediatra después de una revisión nos mandó a ver a un "neurólogo" pediatra para diagnosticar un posible espasmo del sollozo de mi hijo. Leo tenía 5 días de nacido. El neurólogo (muy reconocido supuestamente) no hizo mas que provocar el llanto de mi chiquito y quedarse parado viéndolo y riéndose (porque que buenos pulmones tiene). Después de 10 minutos de una verdadera tortura, se sentó y nos explicó a mi y a mi esposo que nunca había visto un caso así (huesos fríos y lágrimas en los ojos), el niño tenía un espasmo en la respiración y era necesario medicarlo YA. Se puso a pensar muy indeciso si darle un medicamento llamado nootripil o ribotril (total, cositas de nada, tempra o neomelubrina...) decidió irse por el primero. No sabía la dosis, así que que tal unas 2 gotas cada 12 horas , no mejor cada 8 y ahí me avisan.

Salí llorando de impotencia y coraje, con mi bebé en brazos, de 5 días de nacido. Lo abracé y lloré, y le pedí a Dios que me diera sabiduría para tomar una decisión. Decidimos NO darle nada. Yo llegando a casa me repuse y le receté altas dosis de besos, apapachos, más caricias, más porteo, más pecho a demanda. Hoy mi niño tiene 6 meses, desde la semana 2 de nacido, dejó de tener el espasmo. Otros pediatras me explicaron que es normal pues sus pulmones todavía no se adaptan. Vaya, que imbécil disfrazado de doctor nos fuimos a encontrar.

El caso de mi pequeño Leo, no se compara ni un poco con el de mi sobrino, Alex. Un niño realmente mágico que vino a cambiar vidas, y ojalá que esta carta que despúes de varios años se atrevió a escribir mi hermana toque también sus vidas y NUNCA se queden con un diagnóstico al aire, o de ojo de buen cubero. Siempre pidan más, exijan más. Los médicos son personas a  NUESTRO servicio y no al revés. Por favor, compartan tanto como quieran esta entrada, que lo sepa México, el Mundo! ...no podemos permitir tener una generación de niños drogados mal diagnosticados con TDAH. Tomemos conciencia padres y madres, la salud física, mental y emocional de nuestros niños y nuestro mundo está hoy en nuestras manos... 

Finalmente, a mi hermana, un agradecimiento por compartirla y dejarme publicarla. Es admirable lo que una mujer enamorada puede hacer, te quiero infinito!

Aquí les dejo el texto original.


Carta para el Dr. "X". Neurólogo Pediatra.

Buen día Dr. esperando se encuentre muy bien, quiero que me de unos minutos de su tiempo para leer una historia de un niño que fue su paciente, yo soy la mamá de ese niño, tal vez no nos recuerde pues fue hace algunos años que llegamos con usted, pero no está de más que sepa la importancia que tiene un doctor en la vida de toda una familia, le escribo la historia vista desde mis ojos…

Como usted sabrá, cuando se sabe que viene un bebé en camino es la felicidad más grande del mundo. Voltea el mundo de cabeza para toda la familia, especialmente a los papás y el corazón se llena de alegría, ilusiones, planes e imágenes de lo que será tenerlo entre tus brazos. Imaginas cuando te diga mamá/papá por primera vez, cuando sonría, cuando vaya a la playa, cuando juegue en el parque, cuando lo lleves al cine y todo lo que vas a compartir con esa personita que ahora, depende completamente de tí.

Nadie te enseña a ser buen padre pero, se puede improvisar en la marcha. Lo que no te esperas nunca, es que aparte de ser padre o madre por primera vez, tendrás que lidiar con algo mucho más difícil y profundo. Que tu hijo venga con un problema.
Usted como un neurólogo reconocido, conoce diariamente muchos casos así. Incluso tal vez ya sea algo normal para sus ojos. Pero para los ojos de nosotros, los padres de estos niños, nunca será normal. Es por experiencia propia y de conocer personalmente muchos de éstos casos, una de las cosas más difíciles de sobrellevar en la vida. 

Ale siempre fue un bebé sano, grande, y a mis ojos el más hermoso de todos. Lo alimenté, lo cuidé, lo arrullé, lo besé y lo abrace tanto que mis brazos temblaban al final del día y mis ojos se cerraban de cansancio, pero estaba feliz. Poder haber tenido la oportunidad de ser mamá de tiempo completo y ver cómo iba creciendo y desarrollándose es algo invaluable. Hasta que llega ese día... en que te das cuenta que ese bebé, que se ha convertido en tu vida entera, tiene una pausa y retroceso en su desarrollo.

Ya no te habla, ya no te voltea a ver, ya no sonríe, se ha escondido en un mundo que no es el que habían estado compartiendo, es un lugar dentro de él, al que no puedes entrar y en tu ignorancia, un miedo que aún siendo un adulto te quita el sueño y te come por completo.
Como una mujer de 23 años, terminando un proceso de divorcio y madre primeriza, es el mundo sobre ti. Empezar a ver como tu hijo está cada vez más lejos de ti, como la gente murmura y juzga, como los niños le huyen y todo el mundo se vuelve experto llenándote de consejos y palabras que no te llenan.

Después de mucho pensar, investigar, y rezar... llegó el día en el que decidí acudir a ayuda profesional, y así fue como llegue con un neurólogo que después de 10 minutos de revisión física me dijo... solo es un retraso en el desarrollo, y lo medicó. Yo salí al igual que llegue, temblando y con una sensación de intranquilidad, realmente no estaba convencida pero haría lo que fuera por que Ale estuviera bien, y cuando llegó la hora de la medicina, yo sentía que mis esperanzas se iban en cada cucharada. No solo no ocurría nada, al contrario, hizo todo peor. Ale estaba cada día más alejado de mí, empezó a llorar mucho, gritar, y trataba de hacerse daño todo el tiempo. Así que yo no podía dejarlo un solo minuto sin verlo y llena de impotencia sólo me quedaba esperar.
Un día, llegó la cumbre, cuando realmente empezó nuestra lucha, recuerdo como Ale se tiró al piso y azotaba la cabeza tan fuerte contra el piso, que yo hincada a su lado tratando de que no lo hiciera más, por primera vez lloré y con intentos fallidos por semanas de comunicarme con su neurólogo, por mi mente solo había 2 opciones, seguir llorando o levantarme y seguir. Voltee a verlo y sus ojos me dijeron la respuesta, él estaba encerrado en un cuerpo y una mente que no lo dejaba, estaba medicado, dopado y yo era la única que podía ayudarlo. Así que ese día lo cargue, me levanté y nunca más volví a caer. A partir de ese día deje de preocuparme, y me ocupé. Así que la vida sonriéndome por mi decisión, me ayudó a encontrar un nuevo y gran neurólogo, terapeutas, psicólogas, y un diagnostico exacto, tratamiento y resultados evidentes, que me hicieron ver de nuevo los días soleados, que me hizo ver a mi hijo volver a mi mundo, escucharlo decirme mamá, sentirlo abrazarme, ver como descubrió el mundo, el azúl del cielo y sus manos como parte de su cuerpo, y con cada paso luchando por llegar a ser lo que él realmente es capaz de hacer.

Ahora Ale tiene 6 años, es un niño sano, grande, sobresaliente en su clase, es sociable, noble y muy carismático, se gana a la gente por ser cariñoso y transparente. Es muy travieso y manipulador, corre, juega y se ensucia las manos, le gustan los carros y su risa es muy contagiosa, le gusta el orden, no le gusta lavarse los dientes ni que las personas se enojen, es muy inteligente, ya no es nada de lo que fué.

 Este año lo cierro como el final de un ciclo, lleno de medicinas, electroencefalogramas, médicos, estadísticas, terapias. Y si, tengo un niño que dejó el pañal a los 5 años, que habló a los 4, que necesitaba de un masaje antes de cada comida, que se tardaba 2 horas en dormir, que tenía que tocar texturas antes de hacer tarea, que en lugar de jugar tenía que ir a terapias, que se desvelaba toda la noche cada 3 meses por un estudio, que soportaba cada crítica y que luchó por estar bien, con una gran fortaleza y constancia, y que cada vez que habla me recuerda lo que nos ha costado cada una de esas palabras, y cada vez que logra algo es mucho mayor el orgullo pues a él todo le ha costado mucho más. Tengo un niño con retraso en el desarrollo, guiado con el mejor tratamiento y dado de alta, un niño que será bueno dentro de la sociedad, que será independiente y que logrará todo lo que se proponga. 

Usted tiene un papel en ésta historia, es ése primer neurólogo que derrumbó toda expectativa, y que tomó mi caso como uno más. Créame que hasta hoy, después de casi 4 años, puedo contárselo y liberarme. Quiero que sepa que mis llamadas, mis dudas y mi preocupación tal vez lo atosigaban, pero viéndolo de este lado, tenía mi vida en sus manos. Sé que muchos niños van con usted, y lo poco que he sabido de algunos casos cercanos a Ale, la situación es parecida a la mía, quiero que reflexione, medica a los niños sin un estudio previo, sin pruebas exactas de su problema, para que dejen de "dar lata", para que los papás se queden tranquilos, para tapar la punta del iceberg, o porque para usted es un caso más de una generación de niños con TDAH? Todos esos niños que pasan por su consultorio, son el futuro, y no crea que alejado a usted, tal vez sean amigos, jefes, maestros, compañeros, novi@s, o conocidos de sus hijos y sus nietos. Podrían ser tal vez los doctores que lo atiendan en su vejez, o la persona de la que algún día necesite ayuda.

Quise cerrar este año escribiendo ésta historia para usted, ya no por mi hijo, si no porque diariamente llegan a usted mamás y papás con una historia parecida a la mía, o peor. Cómo cree usted que será una de éstas historias contadas por los mismos niños? Creo que es hora de que voltee un momento los papeles, y piense lo que pueda pasar más allá.

Dicen que se debe conocer la lluvia para apreciar el arcoíris, así que a pesar de todo, ahora que veo el panorama de lejos, le agradezco a la vida por ponerlo a usted en nuestro camino, porque las consecuencias de conocerlo nos hicieron luchar y conseguir el éxito, y espero así sea para todos los demás papás de niños con necesidades especiales que llegan a su consultorio por una respuesta que verdaderamente calme su inquietud y su impotencia.

Le deseo un feliz año y espero que mi historia logre su objetivo, que sepa la importancia que ocupa en todas esas familias que depositan en usted toda su confianza y realmente no quiero ni espero su respuesta, sólo confío en que sus conclusiones sobre mi historia, repercutan favorablemente en la vida de todos sus pacientes.

Atentamente,

Nancy Echandi Hernández