jueves, 5 de febrero de 2015

María Magdalena.


"Adriana, tu tarea va a ser desarrollar el caso y diagnóstico de María Magdalena" Mi maestra de Flores de Bach (que no tengo en FB porque seguro me reprueba) es de lo más machista. En una clase nos puso un ejemplo de un caso, equis... donde al final su aprendizaje era: y así es la vida, ¿que ganan las mujeres al paso de los años? pues hijos, peso, canas, arrugas... y los hombres mientras más viejos más interesantes... (¿PERDÓN?) bueno, esa maestra después de algunos argumentos y puntos de vista que expuse decidió darme la tarea de investigar a la mujer más pecadora de todas, la más chillona y para colmo bien facilona. Bueno, eso dice la Biblia, ¿que no? Andaba por ahí tentando a los pobres hombres caray, y pues así llevo casi 3 semanas investigando a Mari, y me devoré sus evangelios apócrifos, y sigo sin llegar a un diagnóstico...

Fué en la Universidad cuando me topé por primera (y única) vez con Simone de Beauvoir, decidí analizar a profundidad una de sus obras más famosas "Le Deuxième Sexe" (El segundo Sexo) para mi clase de redacción avanzada. Una onda muy tremenda de análisis a los estereotipos femeninos que como sociedad hemos construido, y de cómo cualquier intento de retar o romper los mismos de inmediato te pone en un bando donde nadie quiere estar, el de las feministas, las machorras; termina siendo prácticamente uno de los primeros manifestos de igualdad, para mi gusto algo dramático, pero lleno de verdad. Desde que mi profesor supo el título de mi libro, alzó la ceja, me volteó a ver y dijo: "mmm, otra feminista".

Honestamente creo que pocos entendemos las raíces de esas luchas que iniciaron hace siglos, eso de ser feminista no es quitarse el bra y quemarlo mientras se baila al rededor de una fogata (aunque confieso que eso ya lo hice y no me sentí más mujer, más libre si), para mi no deberíamos pelear por ser iguales, al final, y para efectos de esta entrada, para mi, somos diferentes. (Deberíamos ganar lo mismo por el mismo trabajo, y otras tantas cosas que actualmente se discuten... pero no hace falta más que un vistazo al espejo, somos diferentes).

El origen de nuestras diferencias es sencillo, las mujeres peleamos día a día contra otras mujeres y el mundo para demostrar que "podemos" hacer lo que hace un hombre, incluso mejor, las mujeres tratamos de alejarnos de estereotipos femeninos arraigados, las mujeres somos en escencia machistas.

Nacemos y otras mujeres nos enseñan las diferencias entre un niño y una niña, se nos da una casita, una muñeca, un vestido rosa y soñamos con el día de nuestra boda. Crecemos reforzando esa idea y luego, tenemos hijos, si es niño ("que bueno que es varoncito, los hombres no sufren" como diría la Señora que me ayuda en la casa) pues listo! no hay problema, eso si! nada de llorar, nada de emociones, nada de cosas rosas, cuidado con como se expresa, debe ser un "hombrecito" y si es niña, bueno... moñitos rosas y a bailar. Después nos quejamos de esos hombres que no mueven un dedo en la casa, de esas mujeres que son humilladas o maltratadas y no hacen nada al respecto (alguien les robó su poder, "me pega porque me quiere").

Hace un par de semanas fuí a un "Círculo de Mujeres", están de moda, deberían de ir. Es lo más raro del mundo, te pones falda, llevas alimentos y ofrendas y te sientas a cantar, a contar y a conectar con tu escencia femenina. Que cool, ¿no? eso de jugar a ser mujer, no es casualidad que es una tradición milenaria de tribus ancestrales. Las mujeres estamos diseñadas para dar, para amar. Tenemos voces más dulces, sentidos más afinados, una fortaleza inimaginable que aguanta un parto (disculpen mi referencia, pero si alguien me hubiera dicho que YO pasaría por un parto como si nada, no me la creería), las mujeres somos inteligentes, somos grandes estrategas. Pero tenemos algo más, una conexión con la naturaleza impresionante, una sensibilidad que nos permite ser empáticas, las mujeres tenemos magia. ¿Para qué carajos querer ser iguales a un hombre? El Universo es dualidad, y dentro de esa dualidad hay matices, el rechazar lo que somos y transferirlo de generación en generación es lo que nos hace el sexo débil. En cambio, los hombres, se aceptan, ya está. Ninguno es más fácil que el otro, ni mejor, ni peor... 

Durante años viví una competencia contra cualquier hombre que hiciera algo, lo que fuera, yo me empeñaba por hacerlo, y mejor, más rápido. En el trabajo se ve claramente este ejemplo, muchas mujeres peleando contra lo que son para dominar. Ojo, no estoy diciendo que se pongan a bailar entre flores de colores o se vayan a sus casas a hacer la comida, estoy diciendo que si conectaran con su escencia serían más eficientes, más naturales, más reales. Las mujeres no nos damos permisos. Las mujeres no nos damos permiso de pedir ayuda o de decir YA NO PUEDO. Tengo amigas cercanas que acaban de tener bebés, trabajan, se levantan de madrugada a atender al chamaco (claro, porque es labor de la mujer, el hombre tiene que ir a trabajar al otro día), que no se dan ni un respiro, que están como ollas express listas para estallar, y aún así, piensan que no es normal, que necesitan dar más, que deben dar el ancho, que deben estar perfectas, que deben seguir y seguir. 

En carne propia he vivido una cacería de brujas que pensé que sería inexistente, pero ahí está, latente. Cuando decidí quedarme en casa un tiempo para estar con mi hijo y dejar el trabajo, los hombres asentían (claro, es su trabajo ser ama de casa, es mujer) y las mujeres con cara de horror me preguntaban qué iba a ser de mi vida. Estoy segura que a esos hombres los educó una machista (si es que tuvieron la suerte de tener una madre cercana, si no, posiblemente se construyeron una imagen en la mente de lo que para ellos debería ser una mujer en base a sus carencias) y las mujeres, bueno... al parecer perteneciendo a la sociedad de la que habla Simone, desconectadas de su escencia. Un lugar no define lo que somos, mucho menos los genitales.

Hoy leí un post que decía algo así como "con tu short que te tapa media nalga y opinando que todos los hombres son iguales". Las mujeres aplaudiendo como focas, ¡claro! esa zorra. Y los hombres, bueno, pues si... la vieja anda encuerada como no se le va a faltar al respeto. Que sencillo lo hacemos, nosotras nos juzgamos, cargamos con la culpa y además les damos el pase para que ellos metan el gol. 

¡Somos María Magdalena! y también somos el padrecillo que borró sus evangelios y censuró las escrituras y además las editó para hacerla quedar como una paria, una apestada, una prostituta. Y mientras nos peleamos contra nosotras mismas, contra nuestra escencia y con nuestros cuerpos, más vacías nos sentimos. Somos el deber ser, somos hipócritas, permitimos que nos etiqueten (y nos gusta). 

Voy a seguir con esos círculos de mujeres, voy a ir a cantar, bailar, tocar el tambor con mi falda, mis collares y con mujeres que se dan permiso de serlo un par de horas al mes, voy a contar historias y leyendas, me voy a dar el permiso de disfrutarme desde mi energía femenina, la masculina le cede la batuta. Hay como una magia ahí adentro, hay sonrisas de complicidad, ser mujer es lo más maravilloso, mi lado machista se avergüenza mucho de haber sido tan duro y saca a bailar a mi "yin".

Regresando a mi tarea, pues está incompleta. María Magdalena no necesita flores de Bach, ese es mi diagnóstico. Ella fue una mujer cultísima, que rompió con los estereotipos de su época bajo la filosofía del qué chingados, que seguramente era graciosa, ingeniosa, era una mujer fértil, feliz y hermosa que conquistó a Jesús, y a muchos más, y que vivió próspera a su lado. Para mi maestra llevo anotadas 3 flores, a ver si no se me ofende.  

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